150 rorcuales comunes son avistados en el Antártico Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
8 julio, 2022
Los rorcuales (Balaenoptera physalus quoyi) o también llamada ballena de aleta, son el segundo tipo de ballena más grande del mundo, después de las ballenas azules. Ambas especies fueron cazadas casi al límite de su extinción. En 1976 se restringió la cacería de estos cetáceos y desde entonces no se habían visto grupos grandes de ellos.
Recientemente fueron avistados grupos de hasta 150 rorcuales en su zona de alimentación, el Antártico. La revista Scientific Reports publicó algunas fotografías y videos recopilados por investigadores y cineastas.
Un largo proceso de recuperación
El artículo publicado por Scientific Reports incluye videos de grupos grandes de rorcuales alimentándose. Este registro se consiguió cerca de la isla Elefante en la Antártida. Para los investigadores, la presencia de los rorcuales es una buena noticia en más de un sentido. Con el regreso de estos cetáceos se reaniman los ciclos biológicos de la región. Otros organismos como algas y krill se verían beneficiados por los nutrientes que agregan sus desechos al medio ambiente.
“Nunca había visto tantas ballenas en un mismo lugar y me fascinó ver cómo se alimentaban estos enormes grupos”, relata Bettina Meyer, de la Universidad de Oldenburg en Alemania. Meyer es una de las autoras del artículo. Entre marzo y mayo de 2018 dirigió una expedición a bordo del rompehielos Polarstern en la Península Antártica. Durante la expedición se observaron grupos de entre 60 y 70 rorcuales.
La expedición de Meyer tenía como objetivo estudiar al Krill. Estos pequeños crustáceos son la base de la cadena alimenticia en la Antártida. Distintas especies se alimentan de ellos, ejemplo de esto son peces, pingüinos, focas y ballenas. Durante la expedición el grupo de científicos estuvo acompañado por un equipo de camarógrafos de la BBC.
Los registros en video se hicieron desde helicópteros. Se realizó un total de 22 vuelos en los que se recorrieron 3 mil 251 kilómetros. Se encontraron 100 grupos de entre una y cuatro ballenas y 8 grupos grandes (de hasta 150 individuos).
Además de los helicópteros, el equipo de investigadores vigiló desde cubierta. Desde ahí fue avistado un grupo de 50 rorcuales frente a la isla elefante en el Mar de Weddell, frente a la Península Antártica. En ese mismo sitio se observó después a un grupo de 70 de estas ballenas.
“Corrí directamente a nuestro monitor, que utiliza métodos de medición acústica para mostrar la presencia y el tamaño de los enjambres de krill en el agua”, narra Meyer. “Basándonos en los datos, pudimos identificar los enjambres e incluso ver cómo los cazaban las ballenas”, agrega la investigadora.
Los avistamientos anteriores habían encontrado grupos mucho más pequeños. En otras ocasiones los grupos de mayor tamaño incluían a 13 individuos. A partir de sus observaciones, el equipo de investigadores creó un modelo de densidad poblacional. De acuerdo con este, en el área total de estudio existen 7 mil 909 rorcuales, lo que da un total de 0.09 individuos por kilómetro cuadrado. Si los cálculos son correctos, se trata de un área densamente poblada; como referencia, al sur de California la densidad de población de ballenas es de 0.003 individuos por kilómetro cuadrado.
El aumento en la población de ballenas beneficia al ecosistema antártico. El excremento de los cetáceos es rico en hierro, un nutriente relativamente escaso en esa región del mundo. El hierro funciona como un fertilizante que promueve el crecimiento de fitoplancton, que es una microalga. El fitoplancton sirve como alimento al krill.
Aunque las ballenas se alimentan de krill, que su población aumente también beneficia a estos crustáceos. Al mismo tiempo, las algas absorben dióxido de carbono a través de la fotosíntesis, así lo explica Meyer. Que haya más rorcuales es una buena noticia en muchos sentidos.