2018 rompió récords en niveles de gases de efecto invernadero Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
25 noviembre, 2019
Los gases de efecto invernadero que se han acumulado en la atmósfera desde los inicios de la era industrial son un riesgo cada vez mayor. Mientras mayor sea su presencia, las condiciones de vida se vuelven más complicadas. Fenómenos climatológicos extremos, entre los que se encuentran sequías e inundaciones, son cada vez más comunes. Datos recientemente publicados por la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), muestran que aún falta mucho por hacer para evitar una catástrofe climática.
Nuevos récords mundiales
El boletín sobre Gases de Efecto Invernadero fue publicado la WMO el 25 de noviembre. Ahí se mencionan los niveles de distintos gases entre los que destaca el dióxido de Carbono (CO2). También se exponen datos sobre metano (CH4) y Óxido Nitroso (N2O). En todos los casos las cifras rompen récords.
El CO2 es uno de los principales impulsores del cambio climático. Uno de los indicadores sobre el clima es el forzamiento radiativo total, este ha aumentado 43% desde 1990. Según datos de la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera estadounidense (NOAA), el CO2 es causante del 80% de este incremento.
Cuando hablamos de dióxido de carbono nos referimos a uno de los gases más peligrosos para el clima. En el pasado de nuestro planeta eran similares a los que se ven hoy. “Cabe recordar que la última vez que se dio en la Tierra una concentración de CO2 comparable, fue hace entre 3 y 5 millones de años. En ese entonces, la temperatura era de 2 a 3 °C más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual”, comenta Petteri Taalas, Secretario General de la OMM.
El CO2 es el principal gas de efecto invernadero relacionado con acciones humanas. Si comparamos los niveles de 2018 con los que existían antes de la era industrial, en 1750, estos se han incrementado 147%. En la última medición reportada por la WMO se reconoce una proporción de CO2 de 407.8 partes por millón. El incremento de 2017 a 2018 supera el promedio de la última década.
En el caso del metano también hay cifras récord. Este es el segundo gas de efecto invernadero más importante; contribuye 17% al forzamiento radiativo. Si comparamos las últimas mediciones con la era preindustrial, los niveles de metano han crecido 259%. En 2018 se reconoció una proporción de 1,869 partes por mil millones. También en este caso se superó la media de la última década.
El óxido nitroso es otro gas de efecto invernadero que ha incrementado su presencia en la atmósfera. Respecto a la era preindustrial, se reconoce un aumento de 123%. Para 2018 la medición fue de 331.1 partes por mil millones. También en este caso la medición supera el promedio de la última década.
Tanto en el caso del metano como el del óxido nitroso las actividades humanas fueron significativas pero no las únicas. En el caso del metano, 40% de este proviene de fuentes naturales como humedales y termitas; el otro 60% tiene origen humano como la cría de ganado, cultivo de arroz, uso de combustibles fósiles, vertederos y quema de biomasa. En el caso del óxido nitroso el 60% es de origen natural como océanos y suelos; el 40% restante es de origen humano y proviene principalmente de quema de biomasa, uso de fertilizantes y procesos industriales.
Existen acuerdos internacionales para controlar las emisiones de gases contaminantes. Un ejemplo de esto es el acuerdo de París, del que recientemente Estados Unidos anunció su separación. Sin embargo, los resultados nos están siendo los necesarios para mantener a nuestro planeta en condiciones adecuadas para vivir en él, al menos como lo hemos hecho durante toda nuestra historia como especie. Es indispensable seguir fomentando la colaboración internacional para evitar que el clima siga cambiando, con todas las consecuencias que eso trae para nosotros.