Juno: la nave que nos revela lo que tanto queríamos saber sobre Júpiter Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Juno, lanzada el 5 de agosto del 2011, entró en la órbita de Júpiter el 4 de julio del 2016 para estudiar al gigante gaseoso. Esta semana se han publicado dos artículos en la revista Science, así como 44 otros en Geophysical Research Letters, sobre los primeros hallazgos de la misión.
La nave paso a unos 4,200 kilómetros de las nubes y sobrevivió a la intensa radiación que emite el planeta más grande de nuestro sistema solar.
Los primeros resultados ubican a Júpiter como un mundo complejo, gigantesco y turbulento, con ciclones polares de tamaño de la Tierra, sistemas de tormentas que penetran profundamente en el corazón del planeta y poderosas auroras polares diferentes a las de la Tierra.
Cada uno de estos datos tan fascinante como las fotografías de la misión.
El polo sur de Júpiter fotografiado por Juno. NASA
La misión Juno de $ 1,100 millones de dólares fue lanzada en agosto del 2011 y llegó a la órbita de Júpiter el 4 de julio de 2016. Desde entonces, la nave -que funciona con energía solar- ha estado utilizando ocho instrumentos para estudiar la composición del gigante gaseoso, la estructura interior y los campos gravitacionales y magnéticos. Continuará haciendo este trabajo hasta febrero de 2018 –el final de la misión- salvo algún tipo de falla en su funcionamiento.
El nombre de la misión es un homenaje a la diosa romana Juno, que fue capaz de observar sobre las nubes a su frecuentemente mal portado esposo Júpiter, rey de los Dioses. Del mismo modo, la sonda de la NASA observa a través de las nubes espesas de Júpiter para aprender sobre la formación y evolución del planeta.
Para este objetivo Juno realizará la mayor parte de las mediciones durante sus vuelos cercanos, que ocurren una vez cada 53.5 días y llevan la sonda dentro de unos 5,000 km de los polos de Júpiter.
Entre los hallazgos que desafían los supuestos de los científicos son los proporcionados por JunoCam. Las imágenes muestran que ambos polos de Júpiter están cubiertos por tormentas de tamaño de la Tierra (de hasta 1,400 kilómetros de diámetro) que están densamente agrupadas y se llegan a rozar entre ellas.
Patrones de remolinos por encima del polo norte de Júpiter capturados por JunoNASA / JPL-Caltech / SwRI / MSSS / Sala Betsy Asher / Gervasio Robles
El hallazgo de decenas de enormes ciclones de cientos de kilómetros de ancho significa que los polos no se parecen a la región ecuatorial de Júpiter, que es instantáneamente reconocible por sus rayas y su Gran Mancha Roja.
Otro de los descubrimientos es sobre la concentración de agua y amoniaco que existe en su atmósfera. Los primeros datos han revelado que las abundancias de amoníaco varían bastante de un lugar a otro, un descubrimiento que sorprendió al equipo de la misión.
Las mediciones de Juno también muestran que el campo magnético de Júpiter es casi dos veces más fuerte de lo que los científicos habían predicho. Y los registros de gravedad de la sonda sugieren que "hay un montón de movimientos extraños y profundos que posiblemente están ocurriendo dentro” dijo el Dr. Scott Bolton, el líder de la misión.
Juno también está diseñado para estudiar la magnetosfera polar y el origen de las poderosas auroras polares de Júpiter.
Las auroras que observamos en los polos de la Tierra se generan cuando las partículas cargadas del viento solar chocan contra la atmósfera de nuestro planeta, generando esas maravillosas luces en el cielo.
Pero gracias a Juno, ahora sabemos que en Júpiter el proceso parece funcionar de manera distinta. Algo que futuros sobrevuelos van a investigar.
En palabras del mismo Bolton, “Hay tanto ocurriendo aquí que no esperábamos, que hemos tenido que dar un paso atrás y repensar esto como un nuevo Júpiter”