El fin del mundo se pospone nuevamente Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Por: Deyanira Almazán
Durante semanas, las redes sociales y algunos sitios de internet se inundaron de noticias, predicciones, pseudoreportajes y hasta memes sobre el supuesto fin del mundo que ocurriría el sábado 23 de septiembre.
Nuevamente, nada pasó.
Para muchos, la idea del Apocalipsis no sonaba tan descabellada tras los últimos eventos naturales que ha vivido nuestro planeta: huracanes, terremotos, tormentas solares, etc.
Algunos sugirieron que coincidiría con el eclipse total de sol del 21 de agosto; otros notaban que el “día del juicio final” sería el 23 de septiembre, tras una muy creativa relación con un fragmento del libro Apocalipsis del Nuevo Testamento.
Y con todo y eso aquí seguimos, pero los teóricos de la conspiración y del fin del mundo no descansan; han revisado sus notas y han pospuesto el gran día para el 21 de octubre, o bien, han sugerido algunas explicaciones para tan tremenda decepción.
Las profecías del fin del mundo no son nada nuevas. Desde comienzos de la humanidad ha existido un gran temor de que se acabe el mundo. La historia nórdica de la batalla de Ragnarök; la historia de Noé y el gran diluvio; o el simple libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento son sólo algunos ejemplos. Y aunque estas civilizaciones tienen miles de años, es el mismo miedo a lo desconocido lo que alimenta los mitos y profecías que siguen atormentando a la raza humana moderna.
Algunas de las profecías más recientes tienen que ver con la falsa creencia de que Nibiru o Planeta X, un supuesto planeta descubierto por los sumerios (una de las primeras civilizaciones), se dirigirá a la Tierra provocando terribles sucesos que terminarían con la vida en nuestro planeta. Esta catástrofe fue inicialmente predicha para mayo del 2003, pero al no pasar nada se fue posponiendo poco a poco.
En el 2012 nos dijeron que los antiguos mayas habían predicho el fin del mundo el 21 de diciembre, cuando algún evento cósmico golpearía contra la Tierra. En realidad esta fecha representaba para esta antigua civilización el final de un ciclo y el inicio de otro.
En el 2017 Nibiru vuelve a hacerse presente y esta vez bajo un contexto bíblico. David Meade, un numerólogo fanático de estas teorías conspiracionales y apocalípticas, aseguró que el misterioso Planeta X estaba en curso de colisionar con la Tierra, y que causaría tsunamis y terremotos.
Pero la ciencia ha salido –una vez más- a aclarar y desmentir estos mensajes. Si Nibiru estuviera realmente vagando por el sistema solar, lo sabríamos. Los telescopios especializados exploran constantemente los cielos en busca de asteroides y cometas, trazando las órbitas de aquellos cuerpos que podrían representar una amenaza para la Tierra. La NASA, por ejemplo, lleva a cabo una medición llamada “Spaceguard Survey” para encontrar asteroides cerca de la Tierra que sean de tamaño considerable. Se ha determinado que hasta la fecha no existe asteroide de tal magnitud.
De hecho, si Nibiru realmente fuera a chocar contra la Tierra, ya lo hubiéramos visto a simple vista y desde hace años. Pero nadie, incluidos astrónomos profesionales y aficionados que se la pasan observando noche tras noche el cielo ha visto algo parecido.
Pero estas explicaciones no van a dejar contentos a los charlatanes. Una rápida búsqueda de google arroja varias fechas en las que el Apocalipsis pudiera llevarse a cabo en el futuro.
¡No nos dejemos engañar! Como lector, como medio de comunicación, o simplemente como ciudadano del mundo, tenemos una responsabilidad de verificar lo que compartimos. Sabemos que estas historias provocan psicosis colectiva que pueden resultar muy peligrosas y es muy importante desmentirlas.
Suficientes cosas suceden aquí en la Tierra para además sumarle una amenaza inexistente basada en trucos matemáticos y obtenida descontextualizadamente de textos religiosos. Desafortunadamente, esta no será la última vez que escuchemos hablar sobre un planeta desconocido, pero esperemos que la próxima vez sea como el enigmático Planeta X que tiene a los científicos emocionados, pero no por representar una amenaza, sino por la posibilidad de convertirse en nuevo vecino de nuestro sistema solar.