2017, un año bajo el fuego Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Por: Deyanira Almazán
Superando los 100 muertos, este año Portugal está viviendo una temporada como ninguna otra. Hace cuatro meses, los incendios cobraron la vida de 64 personas en una sola noche, y 42 personas más fueron víctimas de la última ola de incendios que hasta hoy (24 de octubre), las autoridades siguen combatiendo. Esto supera por mucho el récord anterior de 25 muertes en 1996.
En total, unas 280 mil hectáreas de bosque en la región central de Pinhal, en el interior de Portugal, han sido devastadas por el fuego. No cabe duda que el 2017 es el año más letal en cuanto a incendios forestales en este país.
California vive un panorama similar. Más de 90 mil hectáreas al norte del estado han sido arrasadas por el fuego. El corazón vinícola de Estados Unidos ha visto desaparecer más de 8 mil hogares y edificaciones y al menos la muerte de 42 personas.
Más al sur del continente, en Brasil, un incendio ha consumido 35 mil hectáreas del parque nacional Chapada dos Veadeiros. Chapada dos Veadeiros, una antigua meseta con una edad estimada de 1,800 millones de años, forma parte del hábitat conocido como Cerrado, un área de importancia ecológica no solo en Brasil sino también para el mundo, que por sus biodiversidad es considerada la sabana más rica de la Tierra.
Pero estos son sólo los últimos de una temporada de incendios forestales que desafían los registros en el mundo.
México vivió su tercera peor temporada de la historia. Hasta la fecha se contabilizan 8,500 incendios forestales que prevén afecte a más de 700 mil hectáreas. Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Nayarit y Sinaloa han sido los estados más afectados, en donde lamentablemente 16 personas han perdido la vida.
En Canadá, los incendios también azotaron a la provincia de British Columbia. Al menos 500 incendios forestales se encontraban activos en agosto de este año, esta es la segunda peor temporada de incendios registrada en esta provincia. Incluso los satélites de la NASA lograron captar la conflagración desde el espacio.
Pero no fueron los únicos fotografiados desde el espacio. A finales de junio, la NASA logró captar una impresionante imagen satelital de los incendios forestales en Siberia, Rusia. En agosto logró captar el mismo fenómeno pero en Brasil. En junio, Sudáfrica estaba en llamas y en febrero Nueva Zelanda (durante su verano) declaró estado de emergencia después de que un incendio forestal corriera a miles de personas de sus casas. Chile, durante su verano (también en enero), luchó contra un número inusual de incendios forestales debido a la peligrosa combinación de sequía y altas temperaturas.
En Europa, Francia, Croacia, Montenegro e Italia son algunos países del Mediterráneo que durante este verano vieron miles de hectáreas desaparecer bajo el fuego. La peligrosa combinación de las altas temperaturas, una sequía prolongada y los vientos fuertes contribuyeron al desastre.
Y esto sólo fue este año. En el 2016, según datos de la Universidad de Maryland compilados por Global Forest Watch (GFW), las pérdidas globales de cobertura arbórea aumentaron un 51 por ciento respecto del año anterior a 297,000 km2, un área equivalente a Nueva Zelanda.
Esa fue una cifra récord para los registros del GFW que se remontan al año 2000, y contrastó con algunas otras mediciones satelitales que indicaron una desaceleración en el ritmo de la deforestación para dar paso a granjas, ciudades y carreteras.
Un mayor número de incendios forestales es uno de los escenarios predichos por el cambio climático. Las temperaturas más cálidas conducen a más evaporación y suelos más secos, condiciones perfectas para los incendios forestales. Especialmente en el oeste, las temperaturas más cálidas significan que el derretimiento de la nieve ocurre antes (si se acumula), lo que significa que los suelos son más secos y provocan una temporada de incendios más larga.
Al mismo tiempo, una amenaza indirecta del cambio climático en forma de un incremento en los insectos que terminan con los árboles, ha dejado una gran cantidad de materia vegetal muerta para alimentar a los incendios. Cuando se produce un incendio, por ejemplo, después de un rayo, las condiciones son tales que pueden arder y propagarse aún más.
Si bien no hay manera de saber si este será un panorama frecuente a lo largo del siglo XXI, sí podemos reconocer que México, California, Portugal y muchas otras partes del mundo son y seguirán siendo susceptibles a los incendios. Así que mucho podemos hacer para estar mejor preparados; a través de un mejor y más cuidadoso desarrollo de ciudades y pueblos, la remoción de vegetación o la capacitación de los ciudadanos para prevenir e incluso combatir incendios forestales.