Hablando de sobrevivir: los extremófilos de Dallol viven en piscinas de ácido Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Por: Antonio Medina
En medio de lo que conocemos como el “Cuerno de África”, se encuentra el desierto de Danikil dentro de la República Democrática Federal de Etiopía, y dentro de esta zona se localiza el que es considerado como el lugar más tóxico del planeta, Dallol.
El cráter volcánico de Dallol y sus zonas aledañas, podrían parecer a simple vista uno de los paisajes más hermosos de nuestro planeta, por su colorido y peculiares formaciones rocosas, pero además de hermoso también es uno de los lugares más peligrosos de la Tierra, pues está cubierto de sales, ácidos y vapores tóxicos que emanan del subsuelo.
Su paisaje extraterrestre esconde numerosas amenazas, dentro del cráter el aire es imposible de respirar por sus vapores tóxicos cargados de azufre que hacen que el olor sea insoportable aún en sus alrededores. También del subsuelo brotan chorros de material a 115 grados, como si se tratara de lava, y por si todo esto fuera poco, lo que parecen ser pozas de aguas termales en realidad son pequeñas piscinas con ácido sulfúrico.
Todo esto nos hace difícil imaginarnos que algún tipo de vida pudiera sobrevivir en estas condiciones y “casi” podríamos tener razón, pues ninguna fauna o vegetación brota en la zona. Pero dentro del subsuelo, el magma incandescente del volcán calienta el agua y la empuja hacia la superficie mientras en su recorrido va absorbiendo sales y minerales que al final crean un coctel químico que incluye hierro, potasio, manganeso y azufre, en el cual se ha confirmado la presencia de extremófilos.
Los extremófilos son microorganismos que prosperan en ambientes extremos. Pueden resistir altas temperaturas, grandes concentraciones de sal, vivir en aguas termales, campos ácidos, lagos salados y capas de hielo polar.
Los encontrados en Dallol, viven sin la necesidad de oxígeno dentro de las piscinas de ácido que se encuentran en la zona. Los científicos piensan que estos diminutos organismos podrían ser la clave para comprender mejor la forma en que la vida comenzó a desarrollarse en la Tierra hace unos 3,500 millones de años, cuando la temperatura era mucho más alta, la actividad volcánica era mucho mayor y las condiciones del aire eran muy parecidas a las de esta región.
Los investigadores creen que además de ayudar a comprender el origen de la vida como la conocemos, los extremófilos también abren la puerta para encontrar diferentes formas de vida en otros mundos, pues si estos microorganismos pudieron florecer en las ácidas aguas de Dallol y sin oxígeno, también lo podrían haber hecho en Marte, Europa, Titán o Encélado, por lo cual el descubrimiento de los exremófilos del Dallol podría resultar mucho más importante de lo que en un principio pensábamos.