Descubren una enorme masa inexplicable bajo un cráter gigante en la Luna Copiar al portapapeles
POR: Deyanira Almazán
13 junio, 2019
Uno de los cráteres más grandes del sistema solar se encuentra en el polo sur de nuestro propio satélite. Su nombre es la Cuenca Aitken (SPA) y tiene unos 2,500 km de diámetro y hasta 13 km de profundidad. Algo masivo está enterrado ahí abajo.
A pesar de que no se puede ver desde la Tierra, las lecturas detalladas que hacen los orbitadores lunares indican que hay algo lo suficientemente grande debajo de ese cráter como para causar una anomalía gravitacional significativa.
Esta anomalía enterrada, que es unas cinco veces más grande que la mayor isla de Hawái, fue detectada a partir de dos fuentes de datos. La primera fue de la misión GRAIL de la NASA, un par de naves espaciales en órbita que mapearon el campo gravitatorio de la Luna en 2011 y 2012 y notaron una gran anomalía, pero el equipo lo atribuyó a su composición de superficie rica en hierro.
Pero cuando el equipo comparó estos hallazgos con los datos de la topografía lunar recopilados por el Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA, los resultados mostraron algo más: una masa de aproximadamente 2.18 quintillones de kilogramos (2,177,000,000,000,000,000,000 kilos) que se extiende a más de 300 kilómetros debajo de la superficie.
¿Qué ocasionó esta gran masa?
La teoría más aceptada para explicar el origen de esta enorme masa es que llegó a nuestro satélite con el mismo asteroide que creo el cráter Aitken, hace unos 4,000 millones de años.
Según las simulaciones por computadora, si las condiciones son las adecuadas, el núcleo de hierro y níquel del asteroide que impactó en la Luna, pudo dispersarse en el manto superior, entre la corteza y el núcleo del satélite.
Pero existe otra posible explicación, que tiene que ver con el vulcanismo que alguna vez existió en la Luna. Hay una alta concentración de óxidos de titanio en el manto lunar, que se cree que se produjo por el enfriamiento y la solidificación de los océanos del magma lunar. Estos óxidos tienen una gran cantidad de masa, que de alguna manera podría haber estado concentrada debajo de la Cuenca del Polo Sur-Aitken.
Cualquiera que sea la razón, esta masa y el cráter Aitken se ha convertido en uno de los mejores laboratorios naturales para estudiar eventos de grandes impactos que dieron forma a todos los planetas rocosos y lunas que vemos hoy en día.
Debido a que la Cuenca del Polo Sur-Aitken está ubicada en el lado “oculto” de la luna, o aquél que no podemos ver desde la Tierra, tal vez el rover chino Yutu2, que actualmente se encuentra arrastrándose por ahí, pueda arrojar más luz sobre el asunto.