La velocidad del viento ha aumentado en la última década, ¿cómo aprovecharlo? Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
19 noviembre, 2019
Desde la década de los 80 del siglo XX se reconoció una disminución en la velocidad del viento. Este fenómeno se conoce como “quietud global terrestre”. Sin embargo, desde 2010 se ha registrado un cambio. El viento no sólo comienza a avanzar más rápido, además lo hace a un ritmo mayor de lo que se había desacelerado. El cambio en las condiciones es ya un descubrimiento importante por sí mismo, pero el equipo de investigadores dirigido por Zhenzhong Zeng, de la Escuela de Ciencia e Ingeniería Ambiental de la Universidad del Sur de Ciencia y Tecnología, en Shenzhen, China, decidió ir más allá. Los resultados se publicaron recientemente en la revista científica Nature Climate Change.
Viento extra, ¿qué hacer con él?
La velocidad promedio del viento es un asunto que se puede predecir, al menos eso creen los investigadores. La explicación más aceptada hasta ahora sobre la “quietud global terrestre” es que apareció como consecuencia de los cambios entre la cantidad de vegetación y el crecimiento urbano. Para el equipo de Zeng la razón es otra y proviene del mar.
La disminución o aumento en la velocidad del viento sería un asunto cíclico. Las oscilaciones atmosféricas sobre el océano serían las causantes de las variaciones en la velocidad del viento. Este cambio sería notorio en periodos que abarcan algunas décadas. Esta es la propuesta del artículo titulado “Una inversión en la quietud global terrestre y sus implicaciones para la producción de energía eólica”.
Los datos que Zeng y su equipo tomaron como referencia indican que entre 1978 y 2010 la velocidad del viento disminuyó 2.3%. Como contraste, entre 2010 y 2017 este ritmo se aceleró casi tres veces, hasta llegar a 7%. Como parte de su investigación tomaron datos de 1,400 estaciones meteorológicas ubicadas en América del Norte, Europa y Asia.
Los cálculos de este equipo de investigadores indican que el potencial para generar energía eólica ha incrementado 17% con un margen de error de ±2%, al menos en Estados Unidos. Eso explica, según los autores, que la capacidad de generación de energía eólica de aquel país haya crecido la mitad en el mismo periodo.
En el futuro, la predicción sobre la velocidad del viento ayudará a planear la construcción de turbinas para captar la energía del viento. Para los autores del artículo, el conocimiento sobre los cambios en la velocidad del viento será útil para crear proyectos de generación eléctrica. Si se conocen las condiciones actuales y futuras sobre un espacio específico será más fácil tomar decisiones sobre dónde colocarlas para aprovechar mejor su capacidad.
Para este estudio fue indispensable la relación entre las oscilaciones oceánicas y el viento terrestre. Introduce una nueva forma de ver y explicar fenómenos como la “quietud global terrestre”. Son varios los factores que influyen en las oscilaciones oceánicas, entre ellos el calentamiento variable sobre distintas partes de la superficie terrestre. Si el análisis de Zeng y sus colaboradores es correcto, la selección de espacios para instalar turbinas generadoras de energía eólica será más preciso en el futuro.
La investigación publicada por Nature Climate Change realiza también proyecciones a futuro. Para 2024 la velocidad del viento en las regiones estudiadas se habrá incrementado 37% respecto al periodo previo a 2010. De ser así la generación de energía eólica estará en uno de sus mejores momentos. Sin embargo, si los cálculos son correctos, también vendrá un momento en que la velocidad del viento disminuirá nuevamente y es importante tener esto en mente para prever un suministro de energías limpias adecuado.