El proyecto del Tren Maya, más allá del “bien” y el “mal” Copiar al portapapeles
POR: Antonio Medina
15 junio, 2020
Cuando se habla del Tren Maya, resulta muy fácil tomar una postura ideológica sin tener fundamentos científicos para apoyar o no al proyecto. De primera intención, el raciocinio nos indica que la construcción de un tren que recorra la península de Yucatán significa una exterminación de flora y fauna en una de las últimas grandes selvas del país. Pero la realidad, es que no es tan fácil emitir un juicio sin tener todas las cartas puestas sobre la mesa.
Por supuesto estaría mal subestimar el impacto ecológico de una obra de infraestructura de esta magnitud, pero también habría que considerar el otro lado de la moneda. La construcción del Tren Maya podría ayudar a contrarrestar varios factores que actualmente amenazan a la selva. Así lo menciona Javier Warman, director del programa de Bosques del World Resources Institute (WRI) México: “La viabilidad ambiental, de todo proyecto de infraestructura, tiene impacto negativo sobre el ambiente, pero esto se compensa con impactos sociales y económicos”.
Por otra parte, Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM y presidente de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar, es tal vez una de las personas más indicadas para hablar del tema, y como él mismo señala, hay que ver el proyecto con mente fría.
“Como científico, me preocupa mucho cuando la gente dice sin bases ‘sí’ o ‘no’ al Tren Maya”, señala en entrevista. “Yo puedo decir que estoy o no de acuerdo con el tren, pero es una posición filosófica. Un científico que diga que no está de acuerdo porque va a destruir la selva, o sí, porque no tendrá un impacto, es alguien que no tiene el suficiente conocimiento o ética”.
La mayor preocupación es el impacto ambiental que tendrá la construcción, entre las que podemos señalar pérdida de vegetación por el desmonte y el despalme, pérdida de productividad de suelo, y desplazamiento y alteración de la vida silvestre.
Pero según el mismo Ceballos, el impacto ambiental de la construcción de un tren es mucho menor a la causada por la construcción de una carretera. Además, señala que se han acordado la creación de pasos de fauna para el jaguar y otras especies para mitigar el daño que se pudiera causar a la fauna y el acuerdo de que no se toque ningún área natural protegida.
Todas estas medidas, según Gerardo Ceballos, podrían ayudar a contrarrestar los problemas que actualmente aquejan a la selva de la península de Yucatán, como lo son: la tala ilegal, la sobreexplotación de la zona para la obtención de carbón y la frontera agrícola en manos de los menonitas que se expande cada vez más. Tal vez el problema reside en pensar que la ruta del Tren Maya recorre una zona virgen de la selva, lo cual es equivocado.
Si abordamos los temas uno por uno, el mayor punto de polémica parecería ser la destrucción masiva de flora que implicaría el desarrollo del proyecto. Gerardo Ceballos se refiere en esta entrevista, a que se perderían entre 400 y 600 hectáreas por el paso del tren; pero de lo que no se habla, es que actualmente ya se pierden cerca de 1,500 hectáreas al año tan solo en la reserva de Calakmul, por la zona carbonera.
Para resolver esto se ha propuesto que se vinculen la reserva de Calakmul con las de Balam Ku y Balam Kin, para generar un área protegida de un millón y medio de hectáreas que se verían protegidas por el paso del Tren Maya, pues generaría una mayor vigilancia de la región, que, por falta de recursos, la CONANP no puede realizar, y con esto el número de selva perdida podría disminuir.
En el caso de las comunidades menonitas, la CONAFOR ha determinado que las actividades agrícolas de este grupo han acabado con 1,440 hectáreas de selva mexicana, un número mucho mayor al que aproximadamente se perderá por la construcción de este polémico proyecto. Por otra parte, está el uso desregulado de pesticidas y fertilizantes químicos en las zonas agrícolas en las que los menonitas plantan principalmente maíz y soya para su venta en regiones locales. Así, la construcción del Tren Maya ayudaría a delimitar las zonas agrícolas en las que los menonitas realizan sus actividades.
Finalmente llegamos a la propuesta de los especialistas para reducir la cantidad de delitos ambientales en la zona, como lo son la ya mencionada tala inmoderada. Una supervisión por parte de la Gendarmería Nacional podría ayudar a evitar que esto suceda, pues actualmente la supervisión de la PROFEPA se ve sobrepasada por falta de autoridad y de armamento para combatir la tala ilegal de la zona.
Es claro que el tema no es dicotómico, no existe una sola respuesta, ni una verdad absoluta. Para elegir una postura es necesario estar bien informados. Pero antes de rechazar a rajatabla la construcción del Tren Maya, valdría la pena sopesar el impacto positivo que pudiera tener, y en caso de que el proyecto se realice, exigir que sea con bases científicas, y con los impactos ambientales, sociales y económicos necesarios.
Una megaconstrucción como la del Tren Maya requiere de un análisis complejo y profundo, y sea cual sea tu opinión, vale la pena tomarla con base en toda la información que existe al respecto. Ahora cuéntanos, ¿tú qué piensas?