La “bóveda del fin del mundo” se enfrenta al cambio climático Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
4 agosto, 2020
En 2008 arrancó un proyecto ante emergencias mundiales que atentaran contra la biodiversidad. La Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en Noruega, guarda semillas de todo el mundo. Su ubicación cercana al polo norte ofrecía las condiciones adecuadas para la conservación de un tesoro biológico. Sin embargo, los registros térmicos de este año han superado a los típicos de esta región, generalmente fríos. Así, el lugar ideal para conservar el mayor banco de alimentos de la historia pierde algunas de sus condiciones ideales.
Una bóveda en caso de catástrofes
Spitsbergen es la única isla habitada en el archipiélago Svalbard. Se encuentra apenas mil kilómetros del polo norte. Pertenece a Noruega y se encuentra en su extremo norte. Ese fue el lugar elegido para construir un depósito para conservar semillas de todo el mundo. Se le conoce como la “bóveda del fin del mundo”.
Fue una propuesta del Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos y del Banco Genético Nórdico. Para febrero de este 2020 llegó a la cifra de 1 millón de muestras almacenadas. Muchas de las últimas aportaciones provienen de instituciones latinoamericanas. La región del mundo donde se construyó permite mantener una temperatura de -18°C para conservar adecuadamente las semillas.
Para construirla se excavó a 130 metros de profundidad en una montaña de piedra arenisca. Esta región se considera a salvo de fenómenos como la actividad volcánica, los terremotos y la radiación. Además, el permafrost de la región ayudaría a conservar una temperatura baja en caso de fallas técnicas. Conforme avanza el proyecto se ha tenido que adaptar a las nuevas condiciones climáticas.
La temperatura promedio en esta época del año usualmente es de entre 5 y 8 grados, sin embargo ahora ha estado muy por encima de lo habitual. Desde enero, los registros en el círculo polar han estado en promedio 5 grados arriba de lo normal. Entre el 20 y 24 de julio hubo una temperatura constante muy por encima de lo esperado. Durante dos días seguidos el archipiélago de Svalbard registró 21.2°C por la tarde.
El récord histórico para esta región eran los 21.3°C que se habían alcanzado en 1979. El 25 de julio la ciudad de Longyearbyen, cercana a la bóveda, alcanzó los 21.7°C. Además del nuevo récord histórico, este hecho hace notar que este depósito también se encuentra amenazado por los cambios en el clima.
Apenas en 2016, Svalbard sufrió un descongelamiento en el permafrost, la capa de hielo perpetuo que cubre el suelo. Como consecuencia se encontraron filtraciones de agua en las instalaciones. Para enfrentarlas se invirtieron 20 millones de euros para construir una estructura reforzada y mantener la seguridad ante el cambio climático aunque los cambios seguirán.
Se estima que entre 2070 y 2100 la temperatura promedio del archipiélago se elevará entre 7 y 10 grados. Lo anterior de acuerdo al informe “El clima de Svalbard en 2100”. La temperatura no es lo único que se modificará para finales de siglo en esta parte del mundo. Las precipitaciones promedio también se elevarán entre 45% y 65%; las lluvias serán cada vez más intensas y frecuentes. El derretimiento de glaciares también ayudará a que los cauces de ríos crezcan.
Las superficies heladas serán distintas en Svalbard para finales del siglo. Las zonas costeras serán las más afectadas en reducción de permafrost. Para las montañas, como la que aloja a la “bóveda del fin del mundo”, se pronostica un número mayor de avalanchas. Si bien, las instalaciones están diseñadas para mantener una refrigeración adecuada, el clima exterior complica que este depósito ante catástrofes mundiales cumpla con su objetivo. Incluso los proyectos para evitar una catástrofe mundial deben adaptarse a los cambios climáticos.