Atolón de Bikini, el lugar donde la vida sobrevivió a las pruebas nucleares Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
29 agosto, 2023
Stephen Hillenburg, el creador de Bob Esponja imaginó un escenario ficticio en lo que alguna vez fue una zona de pruebas nucleares. Atolón de Bikini, se conforma por 23 islas en el archipiélago Marshall, en Micronesia.
Esta formación natural en el Océano Pacífico vivió 67 explosiones nucleares entre 1946 y 1958. Después de esto se le declaró "desierto nuclear". Sin embargo, actualmente hay una gran diversidad de seres vivos ahí.
Un paraíso marino postnuclear
En Atolón de Bikini se hicieron ensayos nucleares a mediados del siglo XX. Ahí se probaron bombas con hasta siete mil veces más potencia que Little Boy, que estalló sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.
Los habitantes de la zona fueron evacuados antes de realizar las pruebas. De los otros seres vivos en la zona se sabía poco hasta hace menos de una década.
En 2016 Stephen Palumbi, quien es profesor de Ciencias Marinas en la Universidad de Stanford realizó una expedición que llegó hasta Atolón de Bikini. Su objetivo era evaluar un parche de arrecife en el Océano Pacífico Central.
Entre lo que encontraron ahí había peces loros, corales ramificados de hasta ocho metros de altura, peces napoleón y tiburones. Esto no sería diferente a otras regiones oceánicas de no ser por la ambientación de los alrededores.
Los arrecifes mostraban grietas y una´poco común. Había una línea perfectamente recta de al menos 1.6 kilómetros de largo. Ese no fue el único detalle fuera de lo normal.
El sistema de navegación del barco en que llegaron Palumbi y su equipo sufrió fallos antes de anclar. De acuerdo con sus registros habían encallado pero no fue así.
El barco se encontraba en una laguna a varios kilómetros de la orilla más cercana y los sistemas de navegación se dispararon. Esto fue por una imprecisión, algunas islas que se marcan en mapas antiguos habían desaparecido a causa de las pruebas nucleares que se realizaron ahí a mediados del siglo pasado.
Un desierto paradisiaco
Durante más de 7 décadas las islas de la región han estado deshabitadas. Esto evita que exista pesca. Indirectamente, Atolón de Bikini se convirtió en un espacio libre de acción humana, después de recibir descargas de potencial altamente destructivo.
Alrededor del cráter se mantienen los corales. Ahí habitan cientos de bancos de peces, tiburones y cangrejos. Sin el detalle de su pasado nuclear esta zona parecería un paraíso natural.
Una de las especies que estudiaron los participantes en la expedición es un cangrejo que se alimenta de cocos. Se encontraron en él isótopos radiactivos. A pesar de la exposición a la radiactividad, la biodiversidad ha logrado adaptarse.
En 2010 esta región fue declarada Patrimonio de la Humanidad. El motivo para esto es que a pesar de su apariencia paradisíaca, es un recordatorio de la era en que se desarrollaron las armas nucleares. Incluso en sus alrededores se encuentran restos de barcos que participaron en la segunda guerra mundial.
La zona que estudió Palumbi y otros colegas como Elora López-Nandam de la Academia de Ciencias de California es segura. El cráter Bravo forma una cuenca de 75 metros de profundidad y 1.5 kilómetros de ancho. Se ubica al norte de la formación de islas conocida como Atolón de Bikini.
La radiación del agua en el cráter Bravo es baja. Sus niveles son parecidos a los del fondo marino en gran parte del mundo. Por otro lado, los sedimentos del fondo tienen concentraciones de plutonio, americio y bismuto más altas que cualquier otra zona alrededor de las islas Marshall.
En Atolón de Bikini se realizaron pruebas nucleares que destruyeron una parte de lo que ahí existió alguna vez. Por otro lado, dieron la oportunidad a la región de vivir sin actividades humanas. El resultado es que a pesar de la radiactividad diversas especies marinas prosperan ahí.
Posiblemente no encontraremos una piña hundida en el fondo de Atolón de Bikini habitada por una esponja. Sin embargo, no deja de ser un lugar fascinante que nos recuerda el gran impacto que nuestra especie tiene en el medio ambiente.