El desierto de Atacama conserva un ecosistema similar a los que originaron la vida Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
27 diciembre, 2023
El desierto de Atacama abarca territorio chileno, argentino y boliviano. Un par de investigadores encontraron ahí un ecosistema similar a los que originaron la vida en la Tierra.
El hallazgo ocurrió gracias a imágenes satelitales. Los resultados fueron publicados por AGU Advancing Earth and Space Sciences.
Un ecosistema de la Tierra primitiva
Hace 3,500 millones de años las condiciones de nuestro planeta eran muy diferentes. Un ecosistema similar a lo que existió entonces se conserva en las alturas de Sudamérica. Este ecosistema es tan extraordinario que tiene algunas similitudes con Marte.
En la altiplanicie desértica llamada Puna de Atacama se conserva un sistema de lagunas en condiciones poco comunes. Se ubica a una altura de 12,000 pies sobre el nivel del mar, que equivale a 3,658 metros.
El desierto de Atacama es reconocido por ser uno de los lugares más secos del mundo. La lluvia es un fenómeno raro ahí. Hay una exposición intensa al sol. Difícilmente algún animal o planta sobrevive ahí. Aunque sí lo han conseguido unos organismos primitivos.
Los estromatolitos son comunidades microbianas complejas. Forman algo parecido a las estructuras de coral en los arrecifes aunque con formas más básicas. Son algo así como rocas vivas.
Los estromatolitos aparecieron aproximadamente hace 3,500 millones de años. Brian M. Hynek de la Universidad de Colorado Boulder describe al Arqueano temprano como un periodo en la historia de la Tierra en que casi no existía oxígeno en la atmósfera.
“Esta laguna podría ser uno de los mejores ejemplos modernos de los primeros signos de vida en la Tierra”, explica en un comunicado Hynek, quien aparece como primer firmante del artículo.
“Es diferente a todo lo que he visto o, realmente, como cualquier cosa que un científico haya visto”, describe Hynek, que también es profesor en el Laboratorio de Física Atmosférica y del Espacio (LASP) y el Departamento de Ciencias Geológicas.
Mariá E. Farías invitó a Hynek a una expedición en el noroeste de Argentina. Mientras la realizaban permanecieron en un pequeño pueblo con apenas 35 habitantes que se abastecen de la misma fuente de agua. Al final de la expedición Hynek revisó imágenes satelitales del desierto y encontró algo que llamó su atención a decenas de millas de distancia.
Se trataba de una red de lagunas. Ambos investigadores se dirigieron en auto para acercarse al lugar tanto como fue posible y caminaron una parte del recorrido. Finalmente, encontraron un ecosistema completamente distinto a lo que conocían.
Un ecosistema de “otro mundo”
La red se compone de 12 lagunas que se extienden a lo largo de 25 acres, que equivalen a 10.12 hectáreas. El terreno está rodeado por montañas estériles.
Bajo las aguas de las lagunas los investigadores encontraron estromatolitos. Abarcaban 15 pies de ancho, que equivalen a 4.6 metros, y varios de alto. No se parecían a nada que hubieran visto antes.
Sobreviven estromatolitos en algunos lugares del mundo. Gran parte de ellos se encuentran en Australia. La laguna de Bacalar, en Quintana Roo, es hogar de algunos de ellos.
Los estromatolitos actuales son pequeños. Los que se encontraron en Atacama son mucho más grandes. También crecen de forma pasiva y atrapan granos de arena y otros detritos que flotan en el océano.
Los estromatolitos antiguos alcanzaban hasta 20 pies de altura, que equivalen a 6.1 metros. Extraían activamente calcio y dióxido de carbono del agua. Eso provocaba que los minerales se precipitaran a su alrededor. Los estromatolitos de Atacama se parecen más a estos.
Sus capas rocosas se formaron a partir de yeso. Este material es común en los fósiles de estromatolito pero está ausente en los modernos.
Se formaban con una capa externa de microbios fotosintéticos llamados cianobacterias. Su núcleo era rico en organismos unicelulares que actualmente se encuentran en ambientes extremos de la Tierra.
Las condiciones de Atacama podrían ser similares a las de la Tierra primitiva, así lo sugiere Hynek. El agua es salada y ácida. Además, las lagunas se ubican a una gran altura, donde están expuestas a niveles altos de radiación solar.
“Entender estas comunidades modernas en la Tierra podría informarnos sobre lo que debemos buscar mientras buscamos características similares en las rocas marcianas”, comenta Hynek.
Hynek y Farías se proponen continuar investigando este ecosistema aunque tienen poco tiempo. Una empresa extranjera planea extraer litio en la zona y eso transformará el entorno.
“Este ecosistema único podría desaparecer en cuestión de años”, alerta Hynek. “Esperamos que podamos proteger algunos de estos sitios, o al menos detallar lo que hay allí antes de que se haya ido o perturbado para siempre”, concluye.