El fuego, uno de los grandes enemigos de la memoria humana Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
9 abril, 2018
Por: Luis Moctezuma
Aún cuando existen grandes incendios en el pasado que han destruído acervo cultural importante , como la biblioteca de Alejandría en su momento, lamentablemente son eventos que siguen ocurriendo. La historia contemporánea conserva el recuerdo de desastres de este tipo. En años recientes se han incendiado el Museo JLK Telephony de California en el 2015, el Museo de Historia Natural de Nueva Delhi en 2016, el Museo de Historia de Aberdeen en Washington este año y la noche del domingo 2 de septiembre se unió a la lista el Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro.
¿Un incendio sorpresivo?
La noche del sábado primero de septiembre cuando se cerraron las puertas del Museo Nacional de Brasil nadie esperaba que sería la última vez que se tendría acceso a casi 20 millones de piezas. La noche del domingo comenzó un incendio que en un principio no se percibió. En el edificio permanecían 4 vigilantes que para cuando notaron el fuego ya era tarde para controlarlo.
Una hora después, el incendio ya arrasaba con el museo y distintos grupos hacían lo posible por contener los daños. El cuerpo de bomberos intentaba sofocar el fuego, una tarea que tomó el tiempo suficiente para que se perdiera la mayor parte de las colecciones y documentos que resguardaba. Por su parte, algunos científicos llegaron al lugar del siniestro para rescatar lo que les fuera posible.
Entre funcionarios, profesores y técnicos del museo pasaron horas salvando lo que más podían. Aún con su intervención se estima que casi el 90% del acervo se perdió, así lo informaba el lunes Cristiana Serejo, la subdirectora del museo. Entre los materiales perdidos se encuentran: fósiles; huesos de dinosaurio; el esqueleto de Luzia, quien hasta hace unos años era considerada el ser humano más antiguo del continente; objetos y documentos históricos de la época en que los portugueses llegaron a América en el siglo XVI; restos de culturas indígenas y otros artefactos que llegaban hasta 1889, época en que Brasil se declaró república. Además alojaba reliquias de las antiguas culturas egipcia, griega y romana.
Diversos objetos se consideran a salvo. Entre ellos está el meteorito de Bendegó que según declaraciones oficiales no sufrió daños. Este pesa 5 toneladas y fue descubierto en el siglo XVIII. También algunas piezas de cerámica se reportan libres de daños gracias a su ubicación en el momento del incendio. A esto se suman los objetos que los colaboradores del museo lograron rescatar, entre ellos cajones de moluscos que contenían algunas de las especies recopiladas y documentadas por el museo.
La reacción ante el incendio fue tardía, sobre todo porque según opiniones de diversos expertos, podía esperarse desde hace tiempo. En palabras del Ministro de Cultura, Sergio Leitão, fue “una tragedia inconmensurable” que “podía haberse evitado”. Las condiciones del museo no eran óptimas y ya se había advertido previamente que corría peligro. A propósito de los 200 años que cumplía este 2018 el museo, su director, Alexander Kellner, dijo que urgía remodelar sus estructura.
Un edificio colonial que resguardaba miles de años de historia
El Museo Nacional de Brasil fue fundado en 1818. Se mudó a su ubicación actual en 1892. Lo que alguna vez fue el Palacio de San Cristóbal fue construido en 1808 como residencia para la familia real. Una parte considerable de su interior era de madera y su estructura no estaba diseñada para contener un incendio como el que ocurrió la noche del domingo, más aparte que carecía de un sistema de irrigación para controlar el fuego.
El Museo Nacional de Brasil es administrado actualmente por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Las críticas hacia las condiciones presupuestarias del museo ya habían sido constantes. La situación económica de Brasil no ha sido favorable en los últimos años, apenas en 2017 tuvo un déficit en su Producto Interno Bruto (PIB) del 8%. Al tener pocos ingresos las instituciones públicas han tenido que funcionar con presupuestos bajos y el Museo Nacional no era la excepción.
Se ha perdido la mayor parte de los casi 20 millones de artículos que resguardaba el museo. Aún no se conoce la causa, aunque se manejan dos líneas de investigación. Se cree que la causa pudo ser un cortocircuito que ante una estructura antigua como la del Palacio de San Cristóbal habría provocado un incendio de expansión muy rápida. La otra posibilidad que se maneja incluye la celebración tradicional que se lleva a cabo a mitad de año en Brasil.
Los “baloes” son una especie de globo aerostático presentes en las celebraciones “juninas”. En otras ocasiones ya han provocado incendios al caer y se cree que uno de ellos pudo ser el culpable del incendio. Ante esta tradición ya han cedido otras estructuras mucho más recientes. Apenas en 2017 se incendió el velódromo olímpico por esta causa; si una estructura que se usó un año antes para la justa olímpica cedió ante el fuego por estos globos no es descabellado pensar que le haya pasado lo mismo a un edificio construido en el siglo XIX.
Por ahora sabemos que se ha perdido una parte importante de la memoria de la humanidad. Al igual que con la biblioteca de Alejandría, el tiempo hará estragos con nuestros recuerdos. Sabremos que en el Museo Nacional de Brasil había documentos históricos y culturales, muchos de los cuáles serán irremplazables. Algo similar a las obras clásicas que imaginamos que alguna vez existieron, jamás podremos leer y ahora forman parte únicamente de la imaginación.