El hundimiento de la Ciudad de México y el cambio climático Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Por: Antonio Medina
La Ciudad de México podría considerarse una de las ciudades con mayor cantidad de problemas en el mundo. Basta mencionar problemas como la contaminación ambiental, la sobrepoblación, el tráfico, inseguridad, la falta de recursos, y muchos otros. Pero a parte de eso, la Ciudad de México tiene un problema que lleva arrastrando durante más de 100 años, y es que nuestra capital se está hundiendo… sí, literalmente.
La gran Tenochtitlán, lugar sobre el que se levantó la actual Ciudad de México, se construyó sobre una red de lagos con varios islotes. Con el paso del tiempo, los aztecas fueron rellenando de tierra estos lagos y comenzaron a plantar cultivos sobre jardines flotantes, que se denominan chinampas. Así funcionó de manera perfecta Tenochtitlán hasta la llegada de los españoles, los cuales quisieron contener el agua. Reemplazaron los canales de los aztecas con calles y plazas, drenaron los lagos y cortaron los bosques que rodeaban a los lagos, en un intento fútil por crear una ciudad parecida a las ciudades europeas. Fue así, como la ciudad quedó construida sobre un suelo acuoso.
En esta urbe, donde el desabasto de agua es una constante, los esfuerzos por extraer agua potable del subsuelo se han ido incrementando con el paso de los años. Cada vez se hacen más perforaciones en busca de mantos freáticos que permitan abastecer al monstruo de cemento que se ha convertido la CDMX. Esto ha debilitado el subsuelo, que tiende a llenar el espacio vació de los mantos explotados por la demanda de agua con los lechos de arcilla, razón de que la ciudad se siga hundiendo año con año.
Basta con darse una vuelta por el centro de la ciudad para darse cuenta que el hundimiento es real y que representa una situación grave. Solamente en el primer cuadro de la ciudad, podemos percibir cómo el edificio de Palacio Nacional se encuentra inclinado hacia la banqueta, y cómo la Catedral Metropolitana, vista de frente, parece severamente inclinada hacia la derecha, a pesar de los múltiples esfuerzos que se han realizado por rescatar esta construcción que data del siglo XVII. Esto sin mencionar los edificios contiguos, en donde se pueden apreciar ventanas descuadradas, marcos de puertas que simplemente no embonan y cornisas que parecen una onda senoidal.
El problema del hundimiento de la ciudad comenzó a agravarse con la urbanización masiva que dio paso a la megalópolis en la que hoy vivimos. Pues esta situación no sólo responde a que los mantos acuíferos se estén agotando. La Ciudad de México yace sobre una mezcla de diferentes suelos, entre los cuales hay suelo volcánico, lechos de barro y arcilla. El suelo volcánico solía absorber el agua y reabastecer los mantos acuíferos, pero el desarrollo urbano ha cubierto estos suelos volcánicos con asfalto, lo cual impide la correcta absorción del agua y causa el hundimiento irregular de la ciudad, que ocasiona fisuras muy peligrosas.
Pero esto no es el único factor del hundimiento de la ciudad, el cambio climático también ha acelerado este proceso. Las altas temperaturas y las prolongadas temporadas sin precipitación, derivan en una evaporación más rápida del agua y una demanda mayor del vital líquido, por lo cual, la necesidad de perforar más pozos en busca de mantos acuíferos subterráneos y de traer agua de lugares distantes a precios exorbitantes, crece con el fenómeno del calentamiento global.
Arnoldo Kramer, director de la oficina de Resiliencia de la Ciudad de México, ha declarado que el cambio climático es la mayor amenaza en un futuro próximo para la ciudad. Ya que este fenómeno está íntimamente ligado al agua y su abastecimiento, a la salud, la contaminación del aire, los derrumbes y muchos problemas más, que no se pueden atender, si primero no se empieza por hacer frente a la cuestión climática.
La humanidad ha apostado por las inmensas ciudades sobrepobladas, en donde se concentra la mayor parte de la economía de un país, como sucede en la CDMX y a pesar de que mucho se sabe acerca del impacto del cambio climático en las poblaciones costeras, la realidad es que estas mega urbes también corren un gran peligro. Se estima que un 10% de los mexicanos entre los 15 y los 65 años, tendrán que emigrar al norte como resultado del aumento en la temperatura, las inundaciones y las temporadas de sequía que afectarán a una capital que continuará hundiéndose en caso de no tomar medidas drásticas.
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Fuente: Michael Kimmelman, NY Times