Encuentran serpiente bebé de hace 100 millones de años preservada en ámbar Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Por: Luis Moctezuma
Para quienes hayan visto Parque Jurásico la idea de fósiles en ámbar es familiar. En la que por mucho tiempo fue la película más taquillera de la historia, se conservó ADN de dinosaurios en ámbar y eso permitió reproducirlos artificialmente. Aunque el embrión de serpiente de esta historia dista mucho de esa proeza tecnológica, sí nos ayuda a comprender mejor la forma en que evolucionaron estos reptiles.
Las serpientes del hemisferio sur
Al mismo tiempo que vivían los dinosaurios, seres probablemente muy diferentes a los de las películas, ya existían serpientes. Se conservan fósiles de especies antiguas que convivieron con los dinosaurios; sin embargo, hasta ahora no se tenía registros de estos animales en ambientes boscosos.
El ámbar conservó a otros seres que coexistieron con la madre de este embrión. Diversos insectos y plantas acompañaban el fósil de esta serpiente recien nacda. Esto permite recrear las condiciones de vida del entorno y no sólo imaginar a las serpientes.
El fósil se remonta al periodo Cretásico Superior, aproximadamente hace 99 millones de años. En este momento de la historia vivieron muchos de los dinosaurios famosos como el Tiranosaurio Rex. En ese momento, las serpientes ya vivían en ambientes boscosos, o al menos esto pasaba en lo que ahora es Birmania, lugar en el que se encontró el fósil.
El descubrimiento de este fósil ayuda a comprender mejor lo que ocurría no sólo en Birmania, sino en otras regiones del planeta como Argentina, África, Australia o la India, todas en el hemisferio sur. Es importante recordar que durante un periodo importante los continentes estuvieron unidos. Para el momento en que este embrión quedó cubierto por ámbar los continentes del sur eran parte de un mismo bloque llamado Gondwana.
El embrión en ámbar
Los investigadores determinaron que la serpiente fosilizada era un embrión o un recién nacido según el desarrollo de su médula espinal. Al igual que las serpientes bebé modernas, el especímen preservado tenía pequeños huesos vertebrales, pero una gran médula espinal, que de acuerdo a los científicos, es una señal reveladora de que la serpiente todavía estaba en desarrollo.
Lida Xing, Universidad China de Geociencias de Beijing
Un pequeño cuerpo sin cabeza conservado en ámbar es ahora una pista para comprender mejor la evolución de las serpientes. Medía apenas 47.55 milímetros. Se conservaron 100 vértebras, restos de costillas y otros restos anatómicos. Para el análisis del embrión se usaron tomografías computarizadas.
Las características de esta serpiente fueron suficientes para considerarla parte de una nueva especie. El nombre que se le dio fue: Xiaophis myanmarensis, proviene de “Xiao” que en chino significa “amanecer”, “ophis” del griego que hace referencia a la “serpiente”, además de “myanmarensis” que hace referencia a Myanmar (Birmania).
Algo importante al momento de estudiar un fósil es buscar sus similitudes con especies similares. En el caso del embrión de Xiaophis myanmarensis primero se le comparó con otros fósiles de serpientes del Cretásico mediante rayos X y posteriormente con especímenes jóvenes de serpientes actuales. Esto permite un avance en la comprensión sobre cómo se formaban las articulaciones y la médula espinal de las serpientes hace miles de años.
A diferencia de lo que ocurría con los dinosaurios del Parque Jurásico no se podrá regresar a la vida a las Xiaophis myanmarensis. Lo que sí ha cambiado este fósil es que ahora sabemos que las serpientes prehistóricas vivían en una variedad de ecosistemas mayor a la que imaginábamos. Además, nos ayuda a entender la evolución de esos milenarios animales que eran venerados o aborrecidos por nuestros ancestros.