¡Habemus papam! La sorprendente química detrás del humo blanco del cónclave Copiar al portapapeles
POR: Deyanira Almazán
8 mayo, 2025
Cada vez que un Papa es elegido, el mundo entero vuelve los ojos al Vaticano esperando una señal: una nube blanca que asciende desde la chimenea de la Capilla Sixtina. Es el momento en que tradición, fe… y ciencia se unen en una fórmula tan simbólica como precisa.
Este 8 de mayo de 2025, el humo blanco volvió a anunciar al mundo que el cónclave ha llegado a una decisión. Pero, aunque para millones es solo una señal espiritual, para la química es un fenómeno perfectamente explicable, fascinante y lleno de ciencia (y un toque de minería).
Blanco o negro: el color está en la química
Desde hace siglos, las papeletas de votación del cónclave se queman para enviar una señal visual al exterior:
- Si el humo es negro, no hay Papa.
- Si es blanco, se ha elegido al nuevo Pontífice.
Pero lograr un color claro o oscuro en el humo no es cuestión de suerte ni de papel quemado: es el resultado de mezclas cuidadosamente preparadas de sustancias químicas que alteran la forma en que se libera y dispersa el humo.
¿Cómo se hace?
Para humo negro:
Se usa una mezcla que produce una combustión incompleta, rica en partículas oscuras (como hollín) que absorben la luz y oscurecen el humo. Esta mezcla incluye:
- Perclorato de potasio (KClO₄) – un oxidante potente.
- Antraceno (C₁₄H₁₀) – un hidrocarburo aromático que genera humo espeso.
- Azufre (S) – que al arder produce gases y partículas oscuras.
Para humo blanco:
Se busca una combustión más limpia pero muy visible, rica en partículas que reflejan la luz, creando un humo blanco y denso:
- Clorato de potasio (KClO₃) – también oxidante, pero con diferente comportamiento.
- Lactosa (C₁₂H₂₂O₁₁) – sí, el mismo azúcar de la leche, aquí funciona como combustible.
- Colofonia (resina de pino) – una sustancia vegetal que al arder genera un humo claro y persistente.
Estas mezclas se preparan con precisión y se añaden al fuego donde se queman las papeletas, en una estufa especial conectada a la chimenea del Vaticano.
¿Y los minerales qué tienen que ver?
Mucho más de lo que imaginas. Los compuestos químicos utilizados no se crean por arte de magia: tienen su origen en elementos naturales, muchos de ellos extraídos directamente de minerales. Por ejemplo:
- Potasio, presente en el clorato y perclorato, proviene de minerales como la sylvinita y la carnalita, claves en la industria de fertilizantes… y en señales papales.
- Azufre, un elemento no metálico común en zonas volcánicas y minas, históricamente extraído de yacimientos en México y otras partes del mundo.
- Antraceno, aunque hoy se produce en laboratorios, originalmente se obtenía del alquitrán de hulla, derivado del carbón mineral.
- Colofonia, aunque es una resina natural, su producción también involucra procesos industriales que dependen de herramientas, maquinaria y reactores hechos con metales y minerales.
Así, incluso un evento como la elección papal está ligado —de forma silenciosa pero poderosa— a la ciencia de los materiales y la riqueza de la Tierra.
Cuando la ciencia está en el humo
Esta curiosa convergencia entre fe y ciencia nos recuerda algo importante: incluso las tradiciones más antiguas recurren a los avances científicos y al conocimiento de la materia para funcionar. Desde el Vaticano hasta los laboratorios, desde el subsuelo hasta el cielo, todo está conectado.
Y la próxima vez que veas un humo blanco flotar en Roma, tal vez también veas una fórmula química descomponiéndose en partículas, un mineral fundido en oxidante… y a la ciencia comunicándose con el mundo.