Juno ofrece una vista aérea de Ío Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
19 abril, 2024
Ío es uno de los satélites galileanos, los primeros que se conocieron de Júpiter. Juno es una sonda espacial que explora el sistema joviano desde 2016.
Recientemente, un equipo de científicos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio estadounidense (NASA) tomó datos de los últimos dos sobrevuelos de Juno sobre Ío. El resultado es una animación que nos muestra algunas de las características de su superficie.
Una luna volcánica animada
La sonda espacial Juno realizó dos vuelos extremadamente cercanos a Ío en diciembre de 2023 y febrero de 2024. Se acercó a una distancia aproximada de 1,500 kilómetros de la superficie.
Los últimos sobrevuelos a Ío por parte de Juno nos ofrecen las primeras imágenes de acercamiento sobre latitudes del norte del satélite. Este satélite fue descubierto por Galileo a principios del siglo XVII y los sobrevuelos de Juno fueron las primeras oportunidades para ver de cerca su superficie.
“Ío está simplemente lleno de volcanes, y atrapamos a algunos de ellos en acción”, menciona en un comunicado Scott Bolton, quien es investigador principal de la misión Juno. El martes 16 de abril de 2024 él participó en una conferencia de prensa durante la Asamblea de la Unión General Europea de Geofísica, en Viena, Austria.
“También tenemos algunos grandes primeros planos y otros datos sobre un lago de lava de 200 kilómetros de largo (127 millas de largo) llamado Loki Patera. Hay un detalle increíble que muestra estas islas locas incrustadas en medio de un lago de magma potencialmente bordeado de lava caliente”, describe Bolton.
“El reflejo especular que nuestros instrumentos grabaron del lago sugiere que partes de la superficie de Ío son tan lisas como el vidrio, que recuerdan al vidrio de obsidiana creado volcánicamente en la Tierra”, complementa el investigador.
Los mapas que se generaron con los datos obtenidos por el Radiómetro de Microondas de Juno (MWR) revelan algunos detalles de su superficie. Esta es relativamente suave, en comparación con los otros satélites galileanos. Además, cuenta con polos más fríos que sus latitudes medias.
Otros hallazgos de Juno en el sistema joviano
En la Asamblea de la Unión General Europea de Geofísica se dieron otros anuncios sobre los datos que envía Juno. Algunos de ellos revelan nuevos detalles sobre Júpiter.
Durante su misión extendida, Juno se ha ido desplazando cada vez más hacia el polo norte de Júpiter. El cambio de orientación del MWR ha permitido hacer comparaciones sobre los ciclones jovianos. El cotejo de datos en multibandas entre los polos revela que no todos los ciclones se forman igual.
Steve Levin, quien es científico del proyecto Juno en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA describe un detalle sobre el ciclón central en el polo norte de Júpiter. “Es claramente visible en imágenes infrarrojas y de luz visible, pero su firma de microondas no es tan fuerte como otras tormentas cercanas”.
“Esto nos dice que su estructura subsuperficial debe ser muy diferente de estos otros ciclones. El equipo de MWR continúa recopilando más y mejores datos de microondas con cada órbita, por lo que anticipamos el desarrollo de un mapa 3D más detallado de estas intrigantes tormentas polares”, agrega.
También se mencionaron actualizaciones sobre la búsqueda de agua en la atmósfera de Júpiter. Juno rastrea moléculas de hidrógeno y de oxígeno en la atmósfera joviana. Una estimación precisa ayudará a comprender mejor el proceso de formación de nuestro sistema solar.
A mediados de la década de los 90 la sonda Galileo ingresó a la atmósfera joviana durante 57 minutos. En aquella ocasión los datos indicaban que la atmósfera joviana era inusualmente caliente y en ella no había agua. Los datos de Galileo no coincidían con los modelos sobre la abundancia de agua en Júpiter.
Los datos de Juno hacen notar que la incursión de Galileo ocurrió en un sitio anómalamente seco, algo así como una región desértica. Juno reconoció una muy baja abundancia de agua en Júpiter.
Los resultados apoyan la creencia de que durante la formación del sistema solar el hielo de agua pudo haber sido la fuente para el enriquecimiento de elementos pesados. Estos habrían sido acrecentados durante la formación o la evolución de Júpiter.
La misión extendida de Juno permite seguir comparando la abundancia de agua en el ecuador y cerca de las regiones polares. Además, ayuda a visualizar mejor la estructura del núcleo diluido del planeta.