La corriente del Golfo está en su punto más débil en más de un milenio Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
1 marzo, 2021
Al norte del Atlántico se encuentra uno de los sistemas de circulación oceánica más grandes del mundo. Entre sus funciones está la redistribución del calor en todo el planeta. Un estudio recientemente publicado por la revista científica Nature Geoscience concluye que se encuentra en su punto más débil desde el año 400 de la era común. Para comparar diferentes momentos en la historia de esta corriente se recurrió a indicadores paleoclimáticos o proxy (proxy data) que son registros físicos con características de otras eras.
Un cambio drástico en la corriente del Golfo
La Circulación de Renuevo Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), mejor conocida como la Corriente del Golfo (de México), se ha debilitado drásticamente en las últimas décadas. Esta conclusión es el resultado de una investigación en la que participaron científicos irlandeses, británicos y alemanes. La segunda mitad del siglo XX representó la caída más notoria.
Para el estudio se recurrió a indicadores paleoclimáticos tomados de archivos naturales como sedimentos oceánicos o bloques de hielo. Las mediciones directas sobre el sistema AMOC comenzaron en 2004. Ese periodo era insuficiente para las intenciones de los investigadores, por lo que tuvieron que buscar información indirecta. El medio ambiente conserva este tipo de información en diferentes recipientes como anillos de árboles, bloques de hielo, sedimentos oceánicos o corales, otro recurso que fue útil para esta investigación fueron documentos históricos como bitácoras de barcos.
“El Sistema de la Corriente del Golfo trabaja como una cinta transportadora gigante, llevando agua caliente de la superficie en el ecuador hacia el norte, y llevando agua fría, de baja salinidad de bajas profundidades de vuelta al sur. De esta forma se mueven cerca de 20 millones de metros cúbicos de agua por segundo, casi 100 veces el flujo del Amazonas”, explica Stefan Rahmstorf, del Instituto Potsdam para Investigación en el Impacto Climático PIK, quien participó en la investigación.
Previamente el equipo de investigadores ya había encontrado una disminución de 15% en la Corriente del Golfo en la segunda mitad del siglo XX. Desde entonces se había relacionado este efecto con el cambio climático provocado por la actividad humana. Ahora, gracias al uso de indicadores paleoclimáticos fue posible hacer un estudio de más larga duración para reconocer cambios significativos.
“Por primera vez, hemos combinado estudios previos en un rango amplio y encontramos que proporcionan una imagen consistente de la evolución del AMOC en los últimos 1,600 años”, afirma Rahmstorf. El investigador menciona también que la corriente parece haberse mantenido estable hasta mediados del siglo XIX, cuando terminó la pequeña edad de hielo y comenzó a disminuir la Corriente del Golfo. Este cambio se volvió más intenso en la segunda mitad del siglo XX.
Para el estudio se recurrió a indicadores paleoclimáticos que van de los 100 a los 1,600 años atrás, por sí solos aportarían poca información para una investigación de este tipo, pero en conjunto ofrecen información suficiente para dar un margen de confiabilidad aceptable a la investigación. Niamh Cahill, quien se desempeña como estadística en la Universidad de Maynooth y participante en el estudio, afirma que 9 de los 11 conjuntos de datos que se tomaron del AMOC moderno confirman estadísticamente el debilitamiento del sistema.
“Asumiendo que el proceso medido a partir de registros proxy refleja cambios en el AMOC, ellos nos proporcionan una imagen consistente pese a locaciones y escalas de tiempo diferentes representados en los datos. El AMOC se ha debilitado de una forma sin precedentes en más de 1,000 años”, explica Cahill.
El cambio climático ha cambiado la dinámica de este sistema oceánico. Antiguamente el agua fría del norte viajaba hacia el sur y el agua caliente volvía al norte. La diferencia de densidades entre estas dos corrientes permitía que corriera con gran fuerza. Ahora que se ha aumentado el nivel de lluvias y el hielo polar se derrite rápidamente el agua del océano ha reducido su salinidad. Con menor densidad el agua caliente no se hunde lo suficiente para mantener la potencia del sistema de flujo. El resultado es que ahora ese sistema que ayuda a regular la temperatura oceánica funciona con una capacidad menor a la que acostumbraba hace apenas un par de siglos.