La extraña inclinación de Urano podría ser efecto de una luna perdida Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
6 octubre, 2022
La mayoría de los planetas en nuestro sistema solar mantienen una inclinación menor a 30 grados. La de Urano es de 98 grados. La explicación que se ha supuesto por mucho tiempo es que una serie de impactos gigantes se encargó de mover su eje hasta llegar a la posición actual.
La inclinación afecta a todo el sistema uraniano. Tanto los anillos como los satélites naturales de este planeta realizan sus órbitas siguiendo esta inclinación. Como contraste, Neptuno que es un planeta con una historia de formación similar mantiene una inclinación parecida a la de los otros planetas.
El sistema solar fue un territorio lleno de cuerpos viajando libremente durante su formación. Es fácil imaginar que algunos de ellos chocaron con Urano en sus inicios. Eso explicaría que todo su sistema como anillos y satélites se haya formado con esta inclinación y se desarrollara de una forma distinta al resto de los planetas. Sin embargo, una nueva propuesta fue aceptada para su publicación recientemente por la revista científica Astronomy and Astrophysics.
La explicación que proponen estos investigadores comienza también durante la formación del sistema solar. Entonces era muy distinto a como lo conocemos ahora. Los planetas exteriores se encontraban más cerca del Sol y las distancias entre ellos eran menores.
También habría una gran cantidad de planetesimales vagando por el sistema solar. Se cree que durante la formación planetaria habría existido un quinto planeta exterior que con el tiempo fue lanzado muy lejos.
Cuando se alejaron, los grandes planetas exteriores fueron recolectando satélites a su paso. En este proceso los planetas exteriores ganaron y perdieron lunas mientras viajaban hacia sus órbitas actuales. En esta parte de la evolución del sistema solar comienza la propuesta de esta investigación.
Urano pudo haber capturado una luna masiva, que con un tamaño adecuado habría comenzado a modificar su eje. Originalmente pudo tener una inclinación pequeña, como el resto de los planetas y vivir un proceso de reacomodo por efecto de este satélite hipotético.
Por algún tiempo Urano pudo seguir un proceso que los astrónomos llaman precesión. Entonces, la rotación del planeta habría vivido con un tambaleo constante, eso es algo que también ocurre con la Tierra. Normalmente, las lunas no influyen en el proceso de precesión. Sin embargo, es posible que queden atrapadas en un patrón de resonancia en el que la precesión coincida en duración con un número considerable de órbitas del satélite.
De esta forma la gravedad de la luna jala al planeta. Poco a poco mueve al planeta hasta que después de millones de años logra un gran desplazamiento. Al mismo tiempo, el satélite se va acercando más al planeta. De acuerdo con la investigación, una luna de tamaño adecuado tardaría algunos miles de millones de años para modificar la inclinación del planeta en 80 grados. Finalmente, se habría acercado tanto que chocaría con él, fijándolo en esa posición.
Con esta explicación, quedaría explicada la gran diferencia en la historia de Urano respecto a Neptuno. Si tuvo una luna de gran tamaño, esta pudo caer en una resonancia que lo inclinó discretamente hasta que un choque final lo dejó en la posición que lo conocemos. Ese es el proceso que propone este nuevo estudio.
El artículo fue aceptado para su publicación recientemente. Por el momento se puede consultar en el repositorio arXive.org. Aparece con el título: "Tilting Uranus via the migration of an ancient satellite", "Urano tambaleante a través de la migración de un antiguo satélite" en español.