La “nieve de sangre” despierta la curiosidad científica Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
16 junio, 2021
La nieve blanca es un ícono a nivel mundial, se le usa como metáfora de lo limpio, pero con la llegada del verano los Alpes muestran una nieve rojiza. Se le han dado diferentes nombres a este fenómeno: nieve de sangre, sangre glaciar, nieve de sandía, nieve de fresa, entre otros. Hasta ahora se reconoce como un fenómeno natural provocado por una microalga pero no se conocen sus efectos a largo plazo. Se cree que las causantes de este fenómeno son consecuencia del cambio climático y se teme que puedan afectar al ecosistema en que están apareciendo.
¿Alerta roja?
Lejos de los Alpes, en la isla Galíndez frente a la costa peninsular al norte de la Antártida, se encuentra la Base de Investigación Vernadsky de origen ucraniano. Ahí también se ha reportado el fenómeno, las fotografías difundidas por el Ministerio de Educación y Ciencia de Ucrania muestran rayas rojas y rosas en los bordes de los glaciares y en los charcos de las llanuras heladas. Aunque parezca fuera de lo común, se tienen menciones a este fenómeno desde Aristóteles, en el siglo III antes de la era común.
La causa responde al nombre científico de Chlamydomonas nivalis. Se trata de una microalga que está presente en montañas y otras regiones con frío extremo. Siempre está presente, pero es con la llegada del verano florecen y dispersan sus esporas rojas. Los cloroplastos de estas algas contienen carotenoides, los mismos que le dan el color naranja a las zanahorias y las calabazas. El color rojo que adquieren las protege de la luz ultravioleta.
El color rojo no es sólo un atractivo visual o una curiosidad. Es ahí donde radica su peligro para los ecosistemas helados. El color rojo carmesí refleja la luz solar con menos intensidad que el blanco típico de la nieve, esto provoca que se derrita más rápido. De esta forma, aparecen cada vez más algas que absorberán calor y provocarán que se derrita el hielo a su alrededor.
Recientemente, el proyecto AlpAlga realizó una expedición a los Alpes para estudiar mejor a estas microalgas que crecen entre mil y 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar. Las microalgas forman parte de una cadena alimenticia en el ecosistema montañoso pero se sospecha que podrían ser afectadas por la contaminación y el cambio climático. El equipo de investigadores tomó muestras de distintas cumbres y analizó su ADN.
Los resultados se publicaron en la revista científica Frontiers in Plant Science. Ahí se presenta una clasificación de las microalgas. Entre las conclusiones está que algunas de ellas prefieren alturas específicas. En lo que coinciden todas es en el riesgo que representan para el ambiente por su capacidad para absorber el calor.
“El aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera teóricamente también podría estimular el crecimiento de las algas”, explica Eric Maréchal, quien es coordinador de AlpAlga y también director del Laboratorio de Fisiología Celular y Vegetal en Grenoble, Francia. “Esto está bien para las algas, pero estos cambios podrían desencadenar un efecto dañino de bola de nieve en el ecosistema circundante”, aclara. Los especialistas temen que así como el cambio climático está propiciando el incremento en las poblaciones de algas marinas, pase algo similar con las de nieve.
El estudio apenas está en proceso para comprender qué está pasando en los Alpes, y con eso dar luz sobre lo que ocurre en otras partes del mundo. La próxima expedición de AlpAlga se realizará a finales de junio. Se planea establecer un sitio de investigación a largo plazo. Desde ahí se estudiará la presencia de las microalgas y las condiciones que propician su floración. También se tomarán muestras para cultivar en laboratorio. Aunque se trata de un fenómeno que se ha conocido por miles de años, es apenas que se empieza a indagar en sus causas y posibles consecuencias.