La Tierra antes de Pangea Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
9 junio, 2023
Los movimientos de las placas tectónicas desde la ruptura del supercontinente Pangea están bastante claros y es por eso que los científicos pueden conocer sobre su existencia. Sólo hace falta ver un mapa para saber que el este de América del Sur y África occidental encajan perfectamente, además de que las investigaciones geológicas, geofísicas, paleontológicas y paleoclimáticas han revelado que estas áreas todavía comparten características clave que demuestran su conexión.
Por otra parte existe el hecho de que las especies de este tiempo mostraron relativamente poca diversidad, sin importar lo lejos que estuvieran geográficamente, lo que indica que no estaban separados por océanos.
La mayoría de los científicos creen que procesos similares debieron haber ocurrido antes. Sin embargo, la historia pre-Pangea de la tectónica de placas es muy difícil de descifrar, ya que casi la totalidad de las pruebas ha sido oscurecida por procesos geológicos y tectónicos posteriores, incluyendo la subducción de una corteza oceánica más antigua, que se llevó el registro de reversiones magnéticas y rastros de puntos calientes.
Hace alrededor de cuatro mil millones de años, cuando ya existían los océanos de la Tierra y los primeros proto-continentes comenzaron a formarse, los bloques de construcción de placas conocidas como cratones, que son básicamente núcleos sólidos de roca gigantes, que comenzaron a reunirse y emerger hacia la superficie.
Existen un par de candidatos que se señalan para ser los primeros continentes. Hay algunas pruebas de que dos cratones datan de hace 3,500 millones años, formando el pequeño continente de Vaalbara.
La existencia de Vaalbara todavía es bastante especulativa, por lo que el candidato más firme para ser el supercontinente más antiguo es Ur. Al igual que su posible predecesor, Ur era más pequeño que cualquiera de los continentes de hoy, pero bien pudo haber permanecido por muchos millones de años como el único continente en nuestro planeta, con algunas islas pequeñas haciéndole compañía. Hoy en día, fragmentos de Ur existen como parte de la India, Madagascar y Australia.
Mientras Vaalbara probablemente existió desde hace aproximadamente 3,600 a 2,800 millones de años, momento en el que los cratones se fragmentaron, Ur se formó hace unos 3,000 millones de años y en realidad sobrevivió intacto como parte de supercontinentes más grandes hasta la separación de Pangea, hace tan sólo 200 millones de años.
Aunque realmente los continentes de la mitad del tamaño de Australia no pueden ser considerados supercontinentes bajo los estándares de hoy, era el mundo en el que existían. En esta fase de la historia, el planeta estaba rodeado por casi puro océano y los cratones no emergían hacia la superficie súbitamente.
Pero con la aparición de Kenorland y Columbia, los dos supercontinentes siguientes, es que realmente empezamos a aproximarnos a lo que ahora conocemos.
Kenorland se formó hace unos 2,700 millones años, y era considerablemente mayor que Ur o Vaalbara, aunque aún no gigantesco. Kenorland comprende la mayor parte de los EE.UU modernos y Canadá, Groenlandia, los países escandinavos, el oeste de Australia, y lo que hoy es el desierto de Kalahari, que se extiende sobre gran parte del sur de África. Kenorland probablemente existió alrededor del ecuador, y probablemente fue la masa dominante de la Tierra por unos cientos de millones de años.
Aunque los científicos aún trabajan en reconstruir la historia, parece que Kenorland se quebró hace unos 2,600 millones de años, lo que generó un aumento masivo en las precipitaciones. Esto a su vez provocó una disminución de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, que junto con el hecho de que el Sol en ese entonces era un tanto más débil (85% de su energía actual) creó la primera glaciación global, con temperaturas bajo cero por millones de años. Esta no sería la última vez que una ruptura de un supercontinente causara consecuencias ambientales masivas.
El primer supercontinente "formal” fue probablemente Columbia, que se formó hace alrededor de unos 1,800 millones de años. Columbia tenía una extensión de unos 50 millones de kilómetros cuadrados, no tan grande como el actual de 150 millones de kilómetros cuadrados, pero ya bastante masiva.
Rodinia se formó hace unos mil millones de años de los restos de Columbia, junto con cratones adicionales y pedazos de corteza que se levantaron durante los cientos de millones de años. No sabemos mucho acerca de la apariencia de Rodinia, pero era grande, probablemente situada casi en su totalidad al sur del ecuador, y comenzó a resquebrajarse hace aproximadamente 550 millones años.
Esta ruptura fue uno de los eventos más importantes y catastróficos de la historia de nuestro planeta. Al igual que la ruptura de Kenorland, la destrucción de Rodinia creó una glaciación global, pero eso no fue todo. Rodinia, como todos los supercontinentes anteriores, carecía completamente de vida, pues todos los organismos aún vivían en los océanos. La ruptura de Rodinia abrió nuevos océanos y causó que los fondos marinos se elevaran, creando mares menos profundos que fueron el trampolín necesario para que los animales y las plantas forjaran su camino hacia la tierra.
También hubo efectos más sutiles. La ruptura de Rodinia creó explosiones volcánicas masivas, lo que probablemente impulsó ricos nutrientes por debajo de la tierra hacia los océanos. Esto hizo la vida mucho más fácil para los organismos, primero ayudando a afrontar los extremos de la glaciación y luego dándoles la energía necesaria para colonizar la tierra. Sin Rodinia, y ciertamente sin la tectónica de placas, ninguno estaría hoy aquí.
Entre Rodinia y Pangea, pudo haber habido otro supercontinente, que se conoce como Pannotia. Suponiendo que hubiera existido - pues todavía hay debate sobre esto - Pannotia era un supercontinente accidental, creado por colisiones entre placas tectónicas en lugar de uniones reales. Pannotia se formó de la casualidad y no duró mucho tiempo, separándose después de 60 millones de años y dando paso a Pangea, el último supercontinente de la Tierra.
Actualmente, los continentes todavía están en movimiento y es muy probable que se unan de nuevo para formar un nuevo supercontinente dentro de los siguientes 250 millones de años, completando la última vuelta del ciclo supercontinental.