Lluvias intensas y nevadas influyen en los terremotos, indica estudio Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
9 mayo, 2024
Un estudio realizado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) indica que el clima puede influir en la actividad sísmica. Los resultados aportan datos a las causas que se conocen desde hace siglos.
Además de los movimientos en las placas tectónicas, algunos eventos climáticos desencadenan temblores. El artículo se publicó en la revista Science Advances.
Precipitaciones y enjambres de temblores
Cuando las placas tectónicas chocan hay movimientos en las fallas del subsuelo. Esta es la causa principal de los temblores pero un estudio sobre los eventos sísmicos en los últimos años al norte de Japón agrega una variable: precipitaciones.
“Vemos que las nevadas y otras cargas ambientales en la superficie impactan el estado de estrés subterráneo, y el momento de los eventos de precipitación intensa está bien correlacionado con el inicio de este enjambre de terremotos”, señala en un comunicado William Frank, quien participó en el estudio.
“Por lo tanto, el clima obviamente tiene un impacto en la respuesta de la tierra sólida, y parte de esa respuesta son los terremotos”, agrega Frank, quien es profesor asistente en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (EAPS) del MIT.
El estudio se basó en datos de la Península de Noto. Los investigadores descubrieron que la actividad sísmica de la región estaba sorprendentemente sincronizada con algunos cambios en la presión del subsuelo. A su vez, estos cambios dependían de los patrones de nevadas y lluvias.
Los investigadores creen que esta conexión entre los eventos sísmicos y climáticos no son exclusivos de Japón y ocurren en todo el mundo. Ante el cambio climático puede predecirse que los terremotos serán más pronunciados.
Los datos que se usaron para el estudio comienzan a finales de 2020. En aquella época la Península de Noto experimentó cientos de pequeños terremotos. Durante un evento sísmico típico hay un temblor principal al que siguen algunas réplicas más débiles hasta que se desvanece.
La actividad sísmica en Noto fue más bien un “enjambre de temblores”, en el que no podía identificarse a un terremoto principal. Esto llevó a los investigadores a buscar patrones en aquella actividad sísmica.
Se recurrió al catálogo de terremotos de Japón. Los investigadores se enfocaron en la actividad sísmica en la Península de Noto en los últimos 11 años, incluyendo el enjambre de 2020.
Los datos mostraron que los temblores previos a 2020 eran esporádicos en la Península de Noto y no se relacionaban entre sí. Sin embargo, los de 2020 eran más intensos y se agrupaban en el tiempo, lo que indica que se relacionaban de alguna forma.
Posteriormente tomaron mediciones de estaciones de monitoreo para un segundo conjunto de datos para el mismo periodo. Cada estación había registrado los movimientos locales. La comparación entre distintas estaciones permitió a los investigadores conocer la velocidad a la que se desplazaron las ondas sísmicas.
Esto ayudó a reconocer un patrón en la Península de Noto. Sorpresivamente, los cambios en la velocidad sísmica se sincronizaron con los cambios estacionales.
Los investigadores notaron que las lluvias estacionales podían afectar la “presión del fluido poroso” en el subsuelo. Esto se refiere a la cantidad de presión que ejercen los fluidos dentro del lecho rocoso en grietas y fisuras.
“Cuando llueve o nieva, eso añade peso, lo que aumenta la presión de los poros, lo que permite que las ondas sísmicas viajen más lentamente”, describe Frank.
“Cuando se elimina todo ese peso, a través de la evaporación o la escorrentía, de repente, esa presión de poros disminuye y las ondas sísmicas son más rápidas”, complementa.
Se creó un modelo hidromecánico de la Península de Noto para similar la presión en el subsuelo. A este modelo se le introdujeron los datos meteorológicos del mismo periodo que se había revisado en actividad sísmica, incluyeron lluvias, caída de nieve y cambios en el nivel del mar.
“Teníamos observaciones de velocidad sísmica, y teníamos el modelo de exceso de presión de poros, y cuando las superpusimos, vimos que encajaban muy bien”, relata Franck.
La comparación de datos permitió ver un detalle más. El momento en que mejor encajaba el modelo de presión del subsuelo con los eventos sísmicos fue cuando se incluyó la caída de nieve. Así que tanto las lluvias como las nevadas han influido en los eventos sísmicos de los últimos años en la Península de Noto.