Los microplásticos también se hospedan en la nieve Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
19 agosto, 2019
El plástico es un material que se ha vuelto famoso en los últimos años por su gran durabilidad. Para bien y para mal los productos fabricados con este material tienen una gran durabilidad y esto se ha convertido en un problema enorme. Aunque se habla mucho de la situación de los mares y se han buscado distintas alternativas para reducir la cantidad de microplásticos, estos llegan a los lugares más inesperados.
La Doctora Melanie Bermann y su equipo de colaboradores decidieron investigar en un territorio poco explorado sobre los microplásticos: la nieve. Los paisajes nevados suelen remitirnos a espacios limpios y es común la referencia a la nieve como un material puro; sin embargo, los resultados de la investigación dicen algo muy distinto. La revista Science Advances publicó recientemente el artículo “¿Blanco y maravilloso? Microplásticos prevalecen en la nieve de los Alpes y el Ártico”, donde se expone el trabajo de Bermann y compañía.
Un viaje atmosférico
La naturaleza está llena de ciclos y los microplásticos ya se han integrado a ellos. El límite de detección de partículas con el que trabajó el equipo de investigadores es de 11 micrometros, los particulas de plástico que se analizaron son mayores a este límite. Su tamaño es diminuto y gracias a ello lograron transportarse a través de la atmósfera para llegar a espacios remotos y aparentemente limpios y puros.
La explicación que dan los investigadores describe un ciclo, aunque no define el orígen de estos plásticos. El camino de los microplásticos comenzaría integrándose a la atmósfera. De alguna forma que aún no se comprende viajan a sitios distantes. Posteriormente se une a las precipitaciones y cae en forma de nieve. ¿De dónde provienen? Es una pregunta para la que aún no se tiene respuesta. La proporción y tipo de materiales no es uniforme; esto por ahora no permite definir claramente de dónde provienen pero será útil como indicio.
Para el estudio se tomaron muestras de distintos lugares. Estas provenían de lugares distantes como los Alpes Suizos, Bremen (Alemania), las islas Svalvard (Noruega) y otras regiones del Ártico. La intención de estos muestreos era reconocer diferencias entre la cantidad de microplásticos en lugares muy poblados y otros sin presencia humana tan intensa. La medición se realizó con tecnología infrarroja, lo que permitió una mayor presición.
La nieve mostró distintos niveles microplásticos. La proveniente del Ártico fue la que contenía menor cantidad, con una proporción de 0 a 14,400 partículas por litro. En el caso de las muestras europeas la proporción fue mayor y abarcó un rango de entre 190,000 y 154,000 partículas por litro. Además de la cantidad, el tipo de plástico era diferente en las regiones analizadas.
Existen distintos materiales que pudieron llegar ahí de distintos orígenes. Los microplásticos de las muestras se reconocieron como distintos polímeros, entre los que había barniz, caucho, polietileno y poliamida. En términos más mundanos podríamos hablar de fragmentos de llanta de goma, pintura y fibras sintéticas. En el caso de las pinturas, estas se usan para cubrir edificios, automóviles, barcos o plataformas petroleras, así que ben pudieron llegar de muy cerca o realizar una larga travesía.
El origen aún no queda claro, lo que es un hecho es que los microplásticos están ahí. Sobre los océanos tenemos una larga lista de investigaciones y ya existen propuestas para combatir o al menos controlar a los microplásticos. En el caso de la nieve la investigación es muy poca y aún nos falta comprender los procesos que la llevaron ahí. Ahora que sabemos que están en la nieve sabemos que viajan a través del aire y aparecen nuevas dudas sobre la forma en que estamos en contacto con estos microplásticos: ¿los respiramos, bebemos o comemos sin notarlo?