¿Qué consecuencias tiene un enfrentamiento nuclear? Copiar al portapapeles
POR: ChemaTierra
1 marzo, 2022
Ante el dramático y lamentable escenario de la invasión de Rusia a Ucrania y las supuestas sanciones por parte de la OTAN, el presidente Vladimir Putin ordenó que las fuerzas de disuasión nuclear rusas se pongan en alerta máxima.
Esto significa que el presidente ha ordenado que las armas nucleares rusas estén listas y preparadas para combate, lo que ha provocado que la tensión, no solo de los países involucrados sino que del mundo, crezca.
¿Qué hace una bomba nuclear?
A diferencia de otro tipo de ataques, las explosiones nucleares provocan destrucción a muy largo plazo. Ejemplo de esto son los efectos que la población japonesa sufrió después de los estallidos Hiroshima y Nagasaki. En el momento de la detonación murieron cerca de 120 mil personas, 80 mil en Hiroshima y 40 mil en Nagasaki; sin embargo, en los días y semanas posteriores esta cifra creció a 214 mil. Aún hoy se reconocen los efectos de las bombas atómicas en padecimientos como leucemia, cáncer y problemas circulatorios.
Los efectos de una bomba atómica varían dependiendo de si explota en el aire o cerca de la superficie. Desde las detonaciones de Hiroshima y Nagasaki la potencia de las armas nucleares ha crecido drásticamente. Las armas usadas en estas ciudades fueron de entre 15 y 20 kilotones; 1 kilotón equivale a la explosión de 1000 toneladas de dinamita. Con la tecnología actual pueden producirse bombas de hasta 1 megatón, que es mil veces mayor que un kilotón; una detonación de esa magnitud sobre el centro histórico de la Ciudad de México tendría un efecto inmediato hasta Av. Río de los Remedios en el municipio de Nezahualcóyotl y el polvo radioactivo sería capaz de llegar hasta el Golfo de México.
¿Qué pasa con la explosión?
El efecto de la explosión tiene efecto en distintos niveles, estos dependen de la cercanía con el centro de la explosión. La temperatura llega a 10 millones de grados centígrados creando una bola de fuego, el aire se calienta y la eleva a 100 metros por segundo imitando la forma de un hongo, la presión es tan grande que produce una onda de choque de aire y una vez que pasa se forman vientos huracanados, fuera de la bomba se expulsan rayos gamma y neutrones que alteran la composición de aquello que tocan. Después de la destrucción inicial por fuego y viento los organismos sobrevivientes sufren alteraciones.
Los hibakusha, bombardeados en japonés, son los sobrevivientes de las explosiones sobre Hiroshima y Nagasaki y la evidencia de las consecuencias de un ataque nuclear. Durante la explosión quienes reciben el impacto directamente mueren por el efecto devastador de la bomba, quienes lograron protegerse corren otros peligros como quemaduras o lesiones, mucho tiempo después aparecen enfermedades crónicas producidas por la radiación.
No sólo los organismos humanos padecen los efectos de la bomba. Los neutrones sueltos se unen con otras partículas formando núcleos radiactivos. La expulsión de rayos gama altera a los organismos vivientes. Estos mismos rayos obtienen electrones del ambiente y crean un campo electromagnético que por la diferencia con las condiciones normales tiene la capacidad de volver inútiles aparatos eléctricos y sistemas de telecomunicación. Sin energía eléctrica y sin medios de comunicación la existencia de los sobrevivientes sería todavía más difícil.
¿Guerra nuclear?
El mayor problema de una guerra con armas nucleares es que no se detonaría solo una. Actualmente distintas naciones tienen armamento nuclear. Es fácil pensar en Rusia, la mayor potencia nuclear en la actualidad, o Estados Unidos; sin embargo existen otras naciones como Francia, China, Reino Unido, Pakistán, India, Israel, Sudáfrica o Corea del Norte que también tienen este tipo de armas; la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce la existencia de aproximadamente 26 mil. Ante una serie de detonaciones nucleares en distintos puntos del planeta la emisión de polvo radiactivo crearía una cubierta térmica similar a la que se cree que provocó la extinción de los dinosaurios; después del fuego atómico llegaría un invierno duradero que cambiaría las condiciones de vida en la Tierra.
Junto con los cambios acelerados en el clima vendría una serie larga de problemas de salud. Los estudios realizados sobre la población afectada por las explosiones de Hiroshima y Nagasaki siguen dando resultados nuevos. Los habitantes de las ciudades atacadas directamente morirían por la explosión o por sus efectos secundarios. El resto de los habitantes del planeta padecerían un período de enfermedades y adaptación a un nuevo entorno. Para decirlo de forma sencilla: acabaría con la vida como la conocemos hoy.
La posibilidad de una guerra nuclear es lejana, según algunos especialistas políticos, sin embargo las condiciones para que ocurra sí existen. Si el presidente de Rusia decidiera comenzar una, tiene las facultades legales para hacerlo y, de hecho, posee el mayor arsenal del mundo, con casi 6,000 cabezas nucleares, frente a las 5, 500 de Estados Unidos.
Los programas de desarme nuclear existen desde hace décadas. La ONU lo ha promovido desde su fundación en 1946. No obstante, sigue existiendo este tipo de armamento.
Lo que queda para evitar una catástrofe atómica es promover que los poseedores de este armamento confíen en las políticas internacionales de desarme y en la necesidad de preservar la vida como la conocemos.