¿Regresaron los lobos gigantes? La ciencia (y la controversia) detrás de este experimento de desextinción Copiar al portapapeles
POR: Deyanira Almazán
7 abril, 2025
El 7 de abril de 2025, la empresa de biotecnología Colossal Biosciences anunció algo que parece salido de una novela de ciencia ficción… o de Game of Thrones: el nacimiento de los primeros “lobos gigantes” (dire wolves) en más de 12,000 años. Y sí, se llaman Rómulo, Remo y Khaleesi.
Pero antes de que imagines jaurías de superlobos corriendo por los bosques como los que acompañaban a los Stark, vale la pena detenernos un momento. ¿Qué tanto de este logro es ciencia real y qué tanto es marketing o ficción? ¿Realmente han regresado los lobos gigantes? Y más aún: ¿es eso algo que deberíamos celebrar?
¿Qué es un "lobo gigante"?
El dire wolf (Aenocyon dirus) fue un depredador del Pleistoceno, similar a un lobo moderno pero más robusto, con mandíbulas poderosas y un peso que podía alcanzar los 70 kilos. Vivió en América del Norte y se extinguió hace unos 12,000 años. Aunque muchos lo conocimos gracias a la serie Game of Thrones, donde era la mascota oficial de los Stark, en la vida real este carnívoro dominaba junto a mamuts, tigres dientes de sable y osos de cara corta.
Durante décadas, se creyó que era simplemente una versión grande del lobo gris (Canis lupus), pero estudios recientes del genoma han demostrado algo fascinante: el dire wolf no era tan cercano genéticamente al lobo moderno como se pensaba. De hecho, es probable que su linaje haya divergido del de los lobos grises hace unos 5.7 millones de años, siendo más emparentado con linajes ahora extintos.
La ciencia detrás de su "resurrección"
El equipo de Colossal utilizó ADN extraído de fósiles de lobos gigantes: un diente hallado en Kansas y un cráneo proveniente de una cueva en Wyoming. Con esto, reconstruyeron parcialmente el genoma del Aenocyon dirus.
Pero no basta con tener pedacitos de ADN antiguo: estos suelen estar fragmentados y dañados. Así que los científicos tuvieron que completar las piezas faltantes con material genético de otras especies vivas, principalmente del lobo gris y el perro doméstico. Con estas secuencias armadas, usaron tecnología de edición genética CRISPR para modificar células madre obtenidas de lobos modernos y convertirlas en lo que ellos llaman “lobos gigantes funcionales”. Estas células fueron implantadas en perras domésticas, quienes gestaron a los primeros tres cachorros en lo que Colossal llama el primer experimento exitoso de desextinción.
¿Son de verdad lobos gigantes?
Aquí es donde la ciencia se vuelve más filosófica (y crítica). Según el anuncio de Colossal, estos animales tienen características físicas y genéticas del lobo gigante extinto. Pero expertos independientes como la genetista evolutiva Love Dalén, citada por New Scientist, han señalado que no es posible afirmar que lo que ha nacido sea un "lobo gigante" auténtico, sino más bien un híbrido genético, un nuevo tipo de animal modelado a imagen de una especie extinta.
Esto nos lleva a un concepto clave en biología evolutiva: la especiación. Aunque se parezca, se comporte y tenga genes similares, si este nuevo organismo no es genéticamente idéntico al Aenocyon dirus, y sobre todo si no puede reproducirse de forma viable con individuos de aquella especie (lo cual es imposible, porque ya no existen), entonces no es esa especie. Es otra cosa. Tal vez una neo-especie, o una especie sintética.
En otras palabras: no, el lobo gigante como tal no ha regresado. Lo que tenemos es un experimento biotecnológico impresionante, pero no una verdadera resurrección.
¿Debemos emocionarnos o preocuparnos?
Colossal ha defendido su proyecto como un ejercicio de conservación avanzada. Según ellos, revivir especies podría ayudar a restaurar ecosistemas dañados. También aseguran que el conocimiento adquirido puede aplicarse para salvar especies en peligro hoy, como el lobo rojo o el rinoceronte blanco.
Pero también hay muchas voces críticas. La comunidad científica ha advertido sobre los riesgos ecológicos y éticos de este tipo de intervenciones:
- ¿Dónde se introducirían estos animales?
- ¿Qué papel jugarían en ecosistemas modernos completamente distintos a los de hace 12,000 años?
- ¿Estamos jugando a ser dioses?
- ¿Es correcto usar millones de dólares en revivir especies extintas cuando hay tantas especies vivas al borde de la extinción?
Y, como apunta Wired, también está el problema del marketing científico: presentar estos animales como "lobos gigantes revividos" puede ser una forma muy efectiva de obtener atención… pero también puede desinformar al público sobre lo que realmente se ha logrado.
Entonces… ¿es un hito?
Sí. Es un hito tecnológico y científico. Pero también es una señal de alerta sobre hacia dónde puede ir la biotecnología sin debates amplios y críticos. Y aunque los nombres de los cachorros —Rómulo, Remo y Khaleesi— puedan despertar simpatía y titulares, este experimento abre una conversación mucho más profunda sobre el papel de la ciencia en la reconstrucción del pasado, y sobre si eso es lo que el planeta necesita en este momento.
Porque tal vez, antes de traer de vuelta a los muertos, deberíamos cuidar mejor a los vivos.