Trío de huracanes en el Atlántico Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
9 junio, 2017
Por: Deyanira Almazán
Mientras Irma sigue castigando a las islas del Caribe y amenaza a los estados norteamericanos de Florida, Georgia y Carolina del Sur, con temibles vientos sostenidos de 295 km/h, José y Katia se fortalecieron este miércoles como huracanes categoría 1, con vientos de 140 y 130 km/h respectivamente.
Por primera vez desde el 2010 -cuando Igor, Julia y Karl se formaron en la región del Caribe-, tres huracanes (por cierto con las mismas iniciales que los de hace 7 años) hoy estremecen al mismo tiempo las aguas del Océano Atlántico.
Por un lado Katia, la tormenta tropical que este miércoles se fortaleció más rápido que lo estimado, para alcanzar la categoría de huracán y se ubica amenazante frente a las cosas orientales mexicanas. A las 22:00 horas, tiempo del centro de México, Katia se localizó en el occidente del Golfo de México, a 325 km al este de Tampico, Tamaulipas, y a 315 km al nor-noreste del Puerto de Veracruz, en el estado en el cual se prevé que Katia toque tierra entre el viernes y sábado próximo, provocando tormentas mayores en los estados del centro y sur del país.
Por otro lado está José, que en las últimas horas se ha venido intensificando aún como huracán categoría 1, pero no hay razón, meteorológicamente hablando, para que el fortalecimiento se detenga. José se encuentra a unos 1,700 km al oeste de las Antillas Menores en el Océano Atlántico y habrá que vigilarlo para afinar la trayectoria que seguirá.
El reciente pronóstico del Centro Nacional de Huracanes indica que José podría fortalecerse para alcanzar la categoría 2 el jueves y posiblemente en un huracán mayor para el viernes. Lo peor es que los modelos sitúan a José en una ruta parecida a la de Irma y que a la fecha ha dejado una estela de devastación en varias islas de las Antillas Menores, pero aún habrá que esperar para definir bien su trayectoria.
¿Por qué tantos huracanes y por qué tan fuertes?
El pronóstico más reciente de la temporada de huracanes del Atlántico preveía entre 14 y 19 tormentas con nombre y entre dos y cinco huracanes importantes, con velocidades sostenidas del viento de por lo menos 178 km/h.
En lo que va de la temporada, el Atlántico ya ha visto 11 tormentas tropicales con nombre y seis huracanes (Franklin, Gert, Harvey, Irma, Jose y Katia), con una posibilidad grande de que José se fortalezca esta noche y alcance la clasificación de huracán mayor. La temporada de huracanes suele durar hasta el 30 de noviembre, aunque el pico de actividad es generalmente entre agosto y septiembre, siendo, en promedio, el 10 de septiembre el día más activo del año.
¿Tiene que ver el calentamiento global?
Según el pronóstico más reciente de huracanes, las condiciones de este año han alimentado una temporada de huracanes inusualmente activa. La falta de un fenómeno El Niño -fenómeno meteorológico en el que las aguas cálidas del Océano Pacífico occidental se desplazan hacia el Pacífico central, oriental y tropical- permite el desarrollo de grandes tormentas.
Eso, junto con las aguas más cálidas en el Océano Atlántico, han creado el criadero perfecto para que las tormentas crezcan.
Los ciclones tropicales son alimentados por aguas superficiales cálidas, de alrededor de 26 °C o más. Al absorber el aire húmedo de su alrededor y a medida que se eleva, el vapor de agua se condensa y libera calor latente, lo que impulsa que las nubes de tormenta se eleven aún más. Las nubes de Irma, por ejemplo, tienen 20 kilómetros de altura.
Sin embargo, a medida que los ciclones tropicales se hacen más fuertes, se agitan los océanos y llevan agua más profunda -generalmente más fría- hacia la superficie, lo que corta el suministro de energía de estas tormentas.
Así, los huracanes más fuertes sólo pueden agravarse si las aguas cálidas se extienden hasta una profundidad de 50 a 100 metros –condiciones que normalmente sólo se encuentran en el Golfo de México o el Mar Caribe.
Pero esto no es todo. Otro factor de la intensidad de un huracán es, por ejemplo, los vientos altos en la atmósfera, que son a menudo más rápidos que los que se ubican más abajo, provocando que se lleven el aire lejos e impidan que los huracanes se formen, o se hagan más poderosos. La baja cizalladura del viento ayudó a Irma a convertirse en una tormenta perfecta.
Los modelos informáticos sugieren que es probable que el calentamiento global aumente la cizalladura del viento sobre el Atlántico, lo que significa que no podría haber más o menos huracanes en general, pero que las tormentas se hacen más fuertes cuando se forman.
Mientras que los ciclones tropicales se clasifican actualmente según la velocidad del viento, las oleadas de la tormenta y las inundaciones de las altas precipitaciones causan comúnmente la mayor parte del daño, como vimos recientemente con Harvey y por supuesto no hay que olvidar los riesgos asociados a estas tormentas, como lo son los desbordamientos de ríos y presas o los deslizamientos de tierra.
¡Infórmate y cuídate!