Un gusano microscópico muestra resiliencia genética ante la radiación en Chernóbil Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
6 marzo, 2024
El 26 de abril de 1986 una explosión nuclear convirtió a Chernóbil, hoy territorio ucraniano, en uno de los lugares con mayor radiación en el mundo. Los seres humanos evacuaron el área pero la flora y fauna local permanecieron.
Investigaciones de años recientes muestran que tanto animales como plantas de la Zona Exclusiva de Chernóbil son física y genéticamente diferentes de sus equivalentes en otras partes del mundo. Un estudio recientemente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) encontró a un gusano que no presenta alteraciones genéticas por la radiación.
Un gusano resiliente a la radiación
Los alrededores de la planta nuclear de Chernóbil mantienen altos niveles de radiación, incluso casi cuatro décadas después del accidente. La Zona Exclusiva de Chernóbil abarca un radio de 18.6 millas alrededor de ella, que equivale a casi 30 kilómetros.
Los resultados de investigaciones sobre los seres vivos de la región despiertan dudas sobre el impacto de la radiación crónica en el Ácido Desoxirribonucleico (ADN). Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Nueva York (NYU) se enfocó en unos gusanos microscópicos que viven en la zona afectada.
“Chernóbil fue una tragedia de escala incomprensible, pero todavía no tenemos una gran comprensión de los efectos del desastre en las poblaciones locales”, señala Sophia Tintori, quien es asociada posdoctoral en el Departamento de Biología de la NYU. Ella aparece como primera firmante del artículo publicado por PNAS.
“¿El repentino cambio ambiental seleccionó especies, o incluso individuos dentro de una especie, que son naturalmente más resistentes a la radiación ionizante?”, señala la investigadora como detonante de su trabajo.
Para el estudio se eligió a nematodos. Son gusanos pequeños con genomas simples y reproducción rápida, estas características los vuelven útiles para comprender fenómenos biológicos básicos.
Estos gusanos viven en todas partes. Sus vidas son rápidas y pasan varias generaciones en poco tiempo. El profesor de biología Matthew Rockman, quien participó en el estudio, comenta como referencia que pasan docenas de generaciones de estos gusanos mientras que los vertebrados apenas comenzamos nuestros primeros pasos.
Tintori y Rockman colaboraron con investigadores ucranianos. Realizaron una visita a la Zona Exclusiva en 2019 e hicieron mediciones de radiación. En aquella ocasión tomaron muestras de material biológico que incluyó gusanos tanto del suelo como de fruta podrida.
Para el estudio se recolectaron gusanos de regiones clasificadas de acuerdo a sus niveles de radiación. Algunas muestras provenían de terrenos similares a Nueva York, con niveles insignificantes de radiación, otros con niveles altos que serían peligrosos para el ser humano y serían comparables al espacio exterior.
Después de tomar muestras los gusanos fueron aislados y se formaron distintos cultivos. Parte del proceso incluyó congelar gusanos para llevarlos a Nueva York. Esto permitió conservarlos y evitar que avanzara su proceso evolutivo mientras no eran observados.
El genoma de los gusanos fue comparado con otros de la misma especie provenientes de otros lugares. El nombre de la especie es O. tipulae. Gracias a esto fue posible un análisis genómico. No se encontraron marcas de daño por radiación en el genoma.
“Esto no significa que Chernóbil sea seguro; lo más probable es que signifique que los nematodos son animales realmente resistentes y pueden soportar condiciones extremas”, explica Tintori.
“Tampoco sabemos cuánto tiempo cada uno de los gusanos que recolectamos estuvo en la Zona, por lo que no podemos estar seguros de qué nivel de exposición recibieron cada gusano y sus ancestros en las últimas cuatro décadas”, agrega la investigadora.
Los resultados de la investigación sugieren que la radiación no los obligó a evolucionar. Para llegar a esto hicieron una clasificación de los gusanos de acuerdo a su linaje tomando como referencia el lugar de donde se tomaron pero las variaciones en el nivel de radiación no correspondían con el daño en el ADN.
Este tipo de estudios nos ayudan a comprender los factores de riesgo ante factores ambientales como la radiación. En el caso particular de este tipo de gusanos, la radiación no fue un factor importante en su desarrollo evolutivo.