Voyager 2 llega a donde ninguna otra nave en el universo Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
12 diciembre, 2018
Por: Luis Moctezuma
La Heliósfera es la región del sistema solar donde actúa el viento solar. Lo que se encuentra fuera de ella forma parte del espacio, entre las estrellas, y está más allá de nuestro conocimiento. La sonda espacial Voyager 2 ha salido de esa frontera. Con esto se convirtió en el segundo aparato construido por el hombre en ir más allá de la zona de influencia del viento solar.
Las gemelas Voyager ya han llegado más allá de los límites imaginables por nuestra tecnología. Voyager 1 lo consiguió en 2012 y su gemela lo hizo apenas este 5 de noviembre de 2018. La Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) lo hizo público apenas este 10 de diciembre, ya que antes quería confirmar las sospechas. Aunque las dos sondas espaciales han cruzado la misma frontera espacial lo han hecho por caminos distintos; así que lo que cada una es capaz de mostrar es completamente diferente.
¿Cómo confirmar una travesía espacial?
La Voyager 2 se encuentra a 18 mil millones de kilómetros de la Tierra y continua moviéndose. Lo que existe en la región del espacio por donde transita está fuera de nuestro conocimiento y definir el momento en que cruzó la Heliopausa, el límite de la Heliosfera, requirió varias mediciones. Desde el 5 de noviembre se han mantenido datos que confirman que ya se encuentra más allá de las condiciones que conocemos.
El primer indicio, y el que detonó la sospecha de su salida de la Heliosfera fue una medición que había sido imposible con su sonda gemela. Ambas Voyager contaban con un instrumento llamado Plasma Science Experiment (PLS) que realiza mediciones sobre el medio por el que se desplazan. El PLS de la Voyager 1 se descompuso desde 1980, así que en el momento en que salió de la Heliosfera fue imposible confirmarlo a través de estas mediciones.
El PLS registra datos de su entorno. Entre los aspectos que mide están la velocidad, densidad, temperatura, presión y flujo del viento solar. A partir del 5 de noviembre las cifras que registra son muy inferiores a las anteriores, lo que indica que ya no percibe la misma influencia del viento solar. Ahora se encuentra en una región conocida como la Nube de Oort, que aunque carece de viento solar, todavía está bajo la influencia de su gravedad.
Otros tres sistemas de medición también han confirmado la sospecha. El Subsistema de Rayos Cósmicos muestra en las últimas semanas un aumento considerable en sus lecturas; el instrumento de partículas cargadas con baja energía muestra cambios que indican la salida de la Heliosfera, y por último el magnetómetro es otro instrumento que también confirma que las condiciones alrededor de la Voyager 2 han cambiado.
Una vez que la NASA tuvo los resultados decidió comunicarlo al resto del mundo. El anuncio se dio a las 11 a.m. EST (hora del este), equivalente a las 10 a.m. en la Ciudad de México. Las Voyager son desde hace tiempo un emblema de la exploración espacial, junto con ellas viajan los que posiblemente sean los últimos vestigios de nuestra especie cuando hayamos desaparecido: los discos dorados que guardan información sobre la humanidad y nuestra ubicación en la galaxia por si alguna vez lo encuentra una civilización extraterrestre.
Aún dentro del sistema solar
Aunque el viento solar no llegue a la Nube de Oort sigue siendo parte del sistema solar, pues la estrella más próxima se encuentra aún muy lejos. La Voyager 2 lleva ya 41 años de viaje espacial, pero para salir de nuestro sistema solar va a tardar 30 mil años más, si aún existe para entonces.
No conocemos la extensión de la Nube de Oort pero es una región enorme llena de restos de nuestro sistema solar. La información que envía la Voyager 2 viaja a la velocidad de la luz y tarda en llegar a la tierra 16 horas y media; como referencia, la luz del sol apenas necesita 8 minutos para alcanzar nuestro planeta. Ya ha recorrido un camino largo, mucho más que el que se había planeado inicialmente.
Las Voyager se diseñaron para tener una vida útil de 5 años. Más de 4 décadas después siguen siendo los objetos construidos por nuestra especie que más lejos han llegado. Gracias a ellas empezamos a conocer lo que está más allá de la Heliopausa. Tampoco se espera que duren para siempre, su Generador Termal Radioisotópico (RTG, por sus siglas en inglés) disminuye su poder aproximadamente 4 watts, así que llegará el día en que se apaguen.
Las Voyager 1 y 2 han ido más allá de lo que cualquiera haya imaginado. Sus aportes al conocimiento del espacio son enormes y serán aprovechados por las futuras misiones de exploración espacial. Por ahora la NASA ya prepara a su Sonda de Mapeo Interestelar y Aceleración (IMAP, por sus siglas en inglés), que está programada para lanzarse en 2024 y promete capitalizar los descubrimientos de las Voyagers.