Resuelven el misterio de los hoyos en la Antártida Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
11 junio, 2019
Durante la década de los 70 se detectaron una serie de hoyos en el hielo antártico. Posiblemente existían desde antes pero su existencia se hizo presente gracias a las imágenes satelitales que comenzaron a producirse en esa década. Durante 1974, 1975 y 1976 los primeros satélites que apuntaron a la Antártida notaron agujeros equivalentes al tamaño de Nueva Zelanda. Después de eso desaparecieron y parecía que no volverían, hasta 2016.
Un hueco misterioso y difícil de formar
El Mar de Weddell fue el escenario de la aparición de aquellos hoyos de los 70. Este espacio se ubica al oeste antártico. Aún cuando las temperaturas eran bajas, no se volvió a congelar rápidamente. Durante su existencia, animales marinos como pingüinos, focas y ballenas lo usaron como un espacio para salir a la superficie dentro de la superficie congelada.
El nombre que se da a estos huecos es “polinia” y viene del ruso “polynya” que significa “agujero en el hielo”. En 2016 se volvió a reconocer una polinia en el Mar de Weddell, esta vez su tamaño fue de 33 mil kilómetros cuadrados. Al siguiente año apareció otra, esta vez de 50 mil metros cuadrados. Un grupo de científicos estadounidenses y canadienses decidió investigarlas desde todas las posiciones posibles.
Para observar las polinias se usaron diferentes recursos tecnológicos y naturales. Además de las imágenes por satélite se usaron robots y focas que llevaban sensores consigo. Los resultados se publicaron en la revista científica Nature. A primera vista las conclusiones parecen obvias, los investigadores afirman que se debe a una serie de anomalías climáticas. En el documentos se detallan las condiciones para aparezca una polinia en la Antártida.
El primer detalle importante para la existencia de este fenómeno es el viento. Cuando este se acerca a la costa permite que el agua se mezcle. Bajo el Mar de Weddell existe una montaña submarina llamada “Elevación de Maud”, ahí se forman torbellinos que atrapan el agua más densa. Con la influencia del viento la corriente cambia. El agua salada se queda en la superficie hasta que el viento la enfría y se hunde. El agua con mayor temperatura del fondo sube y se crea un ciclo de intercambio de agua.
La Antártida es un elemento importante para regular los ciclos naturales. Influye en las corrientes oceánicas, el ciclo del carbono, el flujo de dióxido de carbono entre la atmósfera y los océanos. De ahí que existan proyectos como el Southern Ocean Carbon and Climate Observations and Modeling. (SOCCOM), mismo que posee diferentes instrumentos meteorológicos, satélites y sensores instalados en elefantes marinos; para la investigación referida se usaron datos de este programa.
Ahora parece fuera de lo común ver polinias pero surge la duda de ¿cómo les afectará el cambio climático? No se tiene una respuesta clara y las opciones son opuestas. Una de las posibilidades es que con el derretimiento provocado por el calentamiento global la salinidad en el mar se reducirá, lo que evitará que se sigan formando. Por otra parte está el aumento en la intensidad de los vientos, lo que propiciaría que aparezcan cada vez con más frecuencia.
Además de alterarse por el cambio climático las polinias podrían tener un efecto directo en él. Al sacar a flote agua de las profundidades oceánicas se estaría liberando una gran cantidad de carbono que afectaría el ciclo natural de este elemento en nuestra atmósfera. Este carbono ha estado almacenado en las profundidades por mucho tiempo y su presencia en la atmósfera impactaría no sólo a la Antártida, sino a todo el mundo.
Ahora sabemos que las polinias se forman por una combinación de eventos que no se da fácilmente. Lo que sigue es analizarlas para comprender el impacto que tienen en la Antártida y sus funciones climáticas. El planeta ya está cambiando aceleradamente y debajo de esos “agujeros de hielo” podría estar otro factor que aumente el ritmo. Habrá que continuar con los estudios al respecto para comprender su verdadero potencial.