El planeta no se había calentando tan drásticamente en 2,000 años Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
25 julio, 2019
Uno de los argumentos más recurrentes entre quienes niegan el cambio climático es que el clima del planeta siempre ha tenido cambios. Un par de artículos publicados recientemente por las revistas científicas Nature y Nature Geoscience han analizado los movimientos climáticos de los últimos 2 milenios. Al mismo tiempo, un artículo también publicado por Nature Geoscience se enfoca en el último periodo reconocido por sus variaciones climáticas drásticas: la Pequeña Era del Hielo. Los resultados en conjunto son claros, la naturaleza no tiene el alcance del calentamiento actual.
A veces el clima cambia por eventos naturales
En el estudio dirigido por Stefan Brönnimann, de la Universidad de Berna en Suiza, titulado: “La última fase de la Pequeña Era de Hielo forzado por erupciones volcánicas”, se analiza la influencia de una serie de erupciones en el siglo XIX. Al sur de Indonesia el volcán Tambora tuvo una actividad intensa a partir de 1808 que continuó hasta la década de 1830. El documento menciona que la erupción mayor, de 1815 ha sido ampliamente investigada, pero las previas y posteriores han recibido menor atención.
Este equipo de investigación recreó las condiciones climáticas de la época a partir de modelos de simulación. La temperatura del hemisferio norte bajó durante el verano. En África se vivieron sequías. En Asia se registraron monsones débiles. En Europa las precipitaciones aumentaron. Los sistemas de presión baja del Atlántico norte se dirigieron al sur. Poco después, en la segunda mitad del siglo XIX comenzó el calentamiento global antropogénico.
Si la naturaleza no es capaz de hacerlo, ¿será el hombre?
El relato del enfriamiento por efecto volcánico sirve como ejemplo de lo que indagan las otras dos investigaciones más ambiciosas. No se señala directamente a la influencia humana; sin embargo, se resalta que la era en que vivimos es diferente a lo que ocurrió antes por distintas razones. La escala a la que ocurre y su velocidad no tiene antecedentes naturales.
Durante el siglo XIX, cuando el volcán Tambora tuvo su periodo activo, el clima cambió en distintas partes del mundo. A varios kilómetros de distancia se percibieron los efectos pero no fue un fenómeno global. En cambio, el final del siglo XX representó un aumento de la temperatura para el 98% del planeta, así lo reporta el equipo dirigido por Raphael Neukom, también de la Universidad de Berna, en su artículo titulado: “Sin evidencia de un calentamiento coherente y periodos fríos después de la Era Común preindrustrial”. Para dicho estudio se hizo una reconstrucción paleoclimática global de los últimos 2 milenios.
El termómetro como lo conocemos ahora existe apenas desde el siglo XVI. Para la investigación de Neukom y su equipo se recurrió al análisis de datos obtenidos de la naturaleza. Los registros en que se basaron provienen de anillos en árboles, acumulación de hielo en glaciares, sedimentos en cuevas y registro químico de corales. Con esto lograron dibujar un panorama del clima de la Era Común.
Neukom y sus colaboradores elaboraron un diagrama que muestra las variaciones climáticas. Aún fenómenos como la Pequeña Edad de Hielo o la Anomalía Climática Medieval son coherentes dentro de su ubicación espacio temporal. En ambos casos el alcance se limita algunas regiones. La anormalidad más significativa aparece a finales del siglo XX, donde no se encuentra una coherencia para la aparición de temperaturas extremas. El artículo, también dirigido por Neukom, titulado: “Consistencia de variabilidad multidécada en la reconstrucción de la temperatura global y simulaciones sobre la Era Común”, sigue la misma línea.
Si bien, han existido periodos más fríos o más calientes en la historia de nuestro planeta, el que vivimos actualmente no coincide con las condiciones anteriores. Como ejemplo la Pequeña Edad de Hielo, se percibió durante el siglo XV en el centro y este del Océano Pacífico y en el siglo XVII al noroeste de Europa y el sur de Norteamérica. Sin embargo, su presencia no fue global ni acelerada. Lo que vivimos hoy no tiene una explicación natural, al menos no si analizamos los datos de los últimos 2 mil años. En los estudios citados no se señala pero es fácil notar el papel que juega la acción humana en este fenómeno.