En 50 años, el norte de América ha perdido el 29% de sus aves Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
23 septiembre, 2019
Las noticias sobre extinciones o riesgo de una son cada vez más comunes. Uno de los indicadores para saber que estamos cerca de la desaparición de una especie es que cada vez tiene menos individuos y eso está pasando con las aves voladoras en Norteamérica. Un estudio publicado por la revista Science muestra que de 1970 hasta hoy se ha perdido un número considerable de aves voladoras, no porque desaparezca una especie, sino porque cada vez existen menos ejemplares.
¿A dónde irán… las aves voladoras?
Las aves voladoras son más fáciles de seguir que otro tipo de fauna. El hecho de que cada vez haya menos de ellas indica que algo raro está pasando en sus ecosistemas. Incluso se nota una reducción en el número de individuos de especies comunes como gorriones y mirlos. El estudio se realizó en Canadá y Estados Unidos pero no se trata de un espacio aislado, muchas de las especies que ahí habitan son migratorias y lo que se ve ahí directamente también debe notarse en otras latitudes de nuestro continente.
De 1970 a la fecha el número de aves voladoras se redujo en 3 mil millones de individuos. Para Kenneth V. Rosenberg, investigador conservacionista del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, primer firmante del artículo publicado por Science, se trata de algo “sorprendente”. Los resultados de este estudio recuerdan que algunas especies de aves consideradas comunes llegan a desaparecer de forma inesperada como lo que ocurrió a principios del siglo XX con las palomas migratorias.
Rosenberg y sus colegas realizaron el censo más amplio de aves que se ha realizado en el norte de nuestro continente. Para él recurrieron a distintas organizaciones que estudian aves en Canadá y Estados Unidos. Su registro abarca un total de 529 especies de aves voladoras, que equivale a 3 cuartos del total de especies en Norteamérica y el 90% de la población total de aves en la región.
Los resultados son diferentes a lo que esperaban los investigadores. Inicialmente creían que las especies exóticas tendrían un mayor número de bajas y no resultó así. La protección sobre ciertos entornos naturales ha tenido como resultado que especies poco comunes se conserven. En cambio, existen regiones específicas en donde las pérdidas son considerables.
Las pérdidas en costas y pastizales son mucho mayores a las ganancias en zonas protegidas. En el caso de los pastizales se tiene una pérdida de 53%. En la poblaciones adultas de aves en este tipo de entornos se reconocen 700 millones de individuos menos que en 1970, este registro incluye a 31 especies entre las que aparecen alondras y codornices. Para especies de playa como aves chorlitos su población se ha reducido hasta en un tercio.
Las grandes parvadas son cada vez más pequeñas. Especies a las que estamos acostumbrados como gorriones, jilgueros, mirlos o reinitas son cada vez menos. En 19 especies de este tipo se reconoció una pérdida de 50 millones de individuos desde 1970. Incluso especies que viven dentro de nuestras ciudades y consideramos “caseras”, han reducido sus poblaciones drásticamente.
No todo han sido pérdidas. Los resultados de la investigación muestran que las aves de humedal han incrementado su número. Por su parte, otras regiones como costas, terrenos áridos, bosques y pastizales muestran pérdidas. Si nos enfocamos en el tipo de ave, especies como los halcones, patos, pavos y algunas especies pequeñas comunes como aves de compañía son las que muestran un aumento. De entre los que disminuyen los gorriones y las alondras son quienes presentan las cifras más alarmantes.
No se hablar todavía de pérdida de especies pero el que haya cada vez menos individuos nos marca un camino en esa dirección. Las aves nos ayudan a comprender el estado de nuestros ecosistemas. Podríamos ver resultados similares en muchos otros seres vivos, sin embargo, pocos son tan estudiados como las aves. Estos seres que con facilidad despiertan nuestra admiración son cada vez menos. El estudio publicado por Science se enfoca en Norteamérica pero como sus autores afirman, la situación en el resto del mundo no puede ser muy diferente, salvo que no se tienen cifras al respecto. ¿Nos acostumbraremos a escuchar cada vez menos su canto?