Albert Hoffman, el hombre que descubrió el LSD Copiar al portapapeles
POR: Deyanira Almazán
1 noviembre, 2018
El 11 de enero de 1906, nació en Suiza Albert Hoffmann, el famoso químico descubridor de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD). Hoffmann fue la primera persona en sintetizar, ingerir y conocer sus efectos y a pesar de que ahora se conoce por ser una droga altamente dañina e ilegal, Hoffman siempre confió en sus propiedades psiquiátricas para comprender la conciencia humana.
Hoffmann sintetizó por primera vez la dietilamida de ácido lisérgico en 1938, mientras investigaba los compuestos alcaloides del cornezuelo, un hongo que crece en centeno y el trigo. En ese momento consideró que no tenía relevancia, pero decidió reinvestigar el complejo cinco años más tarde.
A mediados de abril de 1943, mientras resintetizaba el LSD, ingirió accidentalmente una pequeña cantidad y se hizo consciente de sus efectos. El 19 de abril, deliberadamente consumió 250 microgramos y partió en su bicicleta para regresar a casa, experimentando intensamente los efectos de la sustancia. De hecho 42 años más tarde, en 1985, el profesor Thomas B Roberts, de la Universidad de Illinois, bautizó el 19 de abril como el día Internacional de la Bicicleta.
Algunos científicos consideran que este descubrimiento de las propiedades psicodélicas del LSD condujo a una nueva comprensión del cerebro, y un cambio paradigmático en la psicología. Stephen Bright de la Escuela de Psicología de la Universidad de Curtin, señala que también se ha encontrado ser eficaz en el tratamiento de algunos desordenes mentales.
De esto, que para la década de 1970, más de 1,000 artículos científicos sobre LSD fueron publicados y se había recetado a al menos 10, 000 pacientes.
Según lo que comenta el Dr. Bright en el sitio de ABC.net, el LSD es un fármaco seguro cuando se administra en dosis controladas y bajo un entorno controlado. Además señala que el LSD no causa dependencia y que incluso podría representar una posible cura, a diferencia de muchos de los medicamentos que fueron diseñados únicamente para tratar los síntomas.
Sin embargo, después de que la sustancia jugara un papel importante en el movimiento contracultural de los años 60, rápidamente se convirtió en una víctima de la guerra contra las drogas del presidente de Estados Unidos Richard Nixon, en 1970 y su uso, tanto recreacional como medicinal fue completamente prohibido en Estados Unidos y muchas otras partes del mundo.
Por más de 40 años, investigadores de todo el mundo han luchado para superar los obstáculos burocráticos que les permita realizar estudios clínicos evaluando los beneficios terapéuticos de estas sustancias.
En los últimos 10 años ha habido un renacimiento de la ciencia psicodélica internacional. Asociaciones, Institutos, Universidades y científicos han demostrando el potencial de las drogas psicodélicas para tratar adicciones, trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión, y ansiedad ante la muerte.
Esto, por supuesto, bajo un contexto psicoterapéutico, en donde se lleve a cabo bajo un ambiente controlado, clínico y en un entorno seguro. El uso recreativo de esta droga no es recomendado pues en palabras del Dr. Bright:
"Cuando la gente usa drogas psicodélicas de forma recreativa, no saben qué sustancias están consumiendo, y el entorno en el que están puede no ser propicio para que tengan una experiencia positiva”… “De hecho, pueden tener una experiencia muy difícil”.
Pero regresando a Hoffmann, en 1956, el químico suizo se convirtió en director de productos naturales en los Laboratorios Sandoz y se jubiló en 1971. En 1988, la Fundación Albert Hofmann, una organización que aboga por el uso responsable de los alucinógenos, se estableció en su honor. Hoffmann murió el 29 de abril del 2008 de un ataque al corazón mientras estaba en su casa en Suiza. Murió a los 102 años.
Aunque la mayor parte de la investigación posterior se centró en las cualidades psicotrópicas de varias plantas y hongos, incluido el peyote, su trabajo también fue clave para desarrollar muchos medicamentos nuevos para tratar la hemorragia postparto, estabilizar la presión arterial y mejorar la circulación y la función cerebral.