Alexander Graham Bell y el origen del teléfono Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
2 agosto, 2024
Durante 143 años se le reconoció como el inventor del teléfono. El 11 de junio de 2002 se le retiró este honor. Para entonces tenía casi 8 décadas de muerto.
Alexander Graham Bell murió en Baddeck, Nueva Escocia, el 2 de agosto de 1922. A pesar de no ser reconocido actualmente como el creador del teléfono, dedicó su vida al desarrollo tecnológico en relación con el sonido.
Un inventor que ganó fama con una patente
Bell nació en Edimburgo, Escocia, el 3 de marzo de 1847. Perteneció a una familia a la que le interesaba el estudio del sonido. Su madre que era apasionada de la música y el arte lo educó en la infancia. A partir de los 16 años enseñó elocución, que se refiere a la forma adecuada de expresarse.
En 1870 la familia de Alexander se mudó a Ontario, Canadá. Para 1872 fundó una escuela para sordomudos en Boston, Massachusetts. Un año después se nombró profesor de Fisiología Vocal en la Universidad de Boston. Ahí conoció a la que sería su esposa en 1877, ella era hija de un abogado y quedó sorda cuando era niña.
En 1874 obtuvo la patente por el telégrafo armónico. La idea surgió al observar las filas en las oficinas de telégrafo de Boston e ideó un método para enviar seis u ocho mensajes a través del mismo cable. El desarrollo de un sistema de sonido le hizo notar que las ondas de aire variaban la intensidad de la corriente eléctrica en un alambre, algo básico para crear el teléfono.
En 1876 Bell obtuvo la patente del teléfono. En ese momento continuaba desarrollando su dispositivo. En ese momento pasó a la historia de las telecomunicaciones pero para ese momento el dispositivo no era una completa novedad.
En 1854 el italiano Antonio Meucci inventó lo que él llamó teletrófono, un dispositivo con la misma función que el teléfono. Así lo reconoció la resolución 269 del Congreso de Estados Unidos en 2002. Lo creó para conectar su oficina con el dormitorio de su esposa, que se encontraba enferma.
En 1860 Meucci mostró públicamente su aparato. El dispositivo que permitía comunicarse a través de la voz de forma remota existía antes de la patente de Bell; sin embargo, para el momento en que él presentó la solicitud no había un reconocimiento legal.
Meucci pasaba por una mala situación económica. Esto evitó que renovara la advertencia de patente. El costo era de 10 dólares y como no los pagó, la advertencia no se mantuvo después de 1874. Bell tenía el camino libre para obtener la patente por el teléfono.
En vida Alexander Graham Bell enfrentó más de 600 demandas. Entre los que se enfrentaron legalmente a Bell estuvieron Antonio Maucci y el inventor Elisha Gray. Bell siempre supo defender sus derechos legales como creador del teléfono.
Este segundo inventor juega un papel importante en la batalla legal por los derechos del teléfono. Una de las hipótesis más famosas sobre el origen de la patente del teléfono, defendida por autores como A. Edward Evenson en su libro “The Telephone Patent Conspiracy of 1876”, considera que Bell y sus abogados tuvieron acceso al diseño de Grey. Esto les habría dado la posibilidad de copiarlo y posteriormente obtener el reconocimiento legal.
Seth Shulman documentó el plagio del teléfono en su obra “The Telephone Gambit”. De acuerdo con este autor, el soborno de Zenas Wilber, un examinador de patentes, permitió que ocurriera el plagio. Por otro lado, los defensores de Bell argumentan que el transmisor de Grey no funcionaba y Bell realizó sus propias investigaciones para realizar su teléfono.
En 1877 surgió la Bell Telephone Company. Para 1886 había 150,000 usuarios telefónicos en Estados Unidos. El dispositivo siguió en desarrollo y en 1879 la empresa de Bell compró las patentes de Edison sobre el micrófono de carbón. Así, mejoró mucho la calidad del sonido y dejó de ser necesario que la gente gritara al hablar por el teléfono.
Siglo y medio después de la patente de Alexander Graham Bell, el teléfono ha sufrido todo tipo de cambios. El uso de voz es innecesario en muchas de las formas de comunicación que ofrece este dispositivo. Los cables dejaron de ser una limitante. Ahora la disputa por las patentes no es el punto central en el desarrollo tecnológico.
El mundo hiperconectado en que vivimos ahora sería muy diferente sin la invención del teléfono. A Bell se le adjudica la primera frase dicha por teléfono: “Mr. Watson venga aquí, quiero verle”. Ahora, incluso si nadie se desplaza, también es posible verle gracias a los teléfonos actuales.