¿Cómo vivía Quetzalcoatlus, el ser volador más grande que ha existido en la Tierra? Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
13 diciembre, 2021
A finales de los 70 en el Parque Nacional Big Bend fue encontrado el primer rastro de Quetzalcoatlus. Varias décadas después, ya tenemos una descripción detallada de este enorme pterodáctilo que vivió en el Cretácico superior, los resultados se publicaron recientemente en seis artículos a cargo de la Sociedad Paleontológica de Vertebrados. Los datos que se explican sobre este saurio que fue bautizado en honor a Quetzalcóatl incluyen su entorno ecológico y geológico, su posición anatómica y taxonómica, además de descripciones sobre la forma en que se movía en el aire y en la tierra.
Un gigante del aire prehistórico
Quetzalcoatlus vivió hace 70 millones de años en la Rivera del Río Grande, en Texas. Para imaginarlo podemos visualizar a una de las aves actuales que visualmente tendrían un ligero parecido: las garzas. Una garza actual alcanza alrededor de un metro de altura, por su parte, Quetzalcoatlus al abrir sus alas se extendía entre 11 y 12 metros. Hasta ahora, es el animal volador más grande que se conoce en la Tierra.
Douglas Lawson fue el primero en encontrar un fósil de Quetzalcoatlus. En aquella época era un estudiante de la maestría en geología de la Universidad de Texas, tenía apenas 22 años. Lo que encontró en ese momento fue una parte de un ala que era, al menos, 50% más grande que el ala del ave más grande conocida hasta entonces (un ancestro de los cóndores que fue descendiente de los dinosaurios).
A pesar de su nombre, Quetzalcoatlus no tenía plumas. Al igual que el resto de los pterosaurios, su cuerpo estaba cubierto de pelo. Fue un animal de sangre caliente y activo. No tenía cola, lo que hacía más aerodinámico su cuerpo. Un detalle que resalta es su cuello de casi dos metros y su cráneo crestado que superaba el metro de largo, estos detalles lo hacen visualmente parecido a una cigüeña con esteroides.
La historia del estudio de este gigante volador es larga. Wann Langstone, quien fue curador del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados de la Universidad de Texas en Austin invitó a varios de sus colegas para analizar los fósiles; sin embargo, no pudo realizar ninguna publicación antes de su muerte en 2013. Entre estos invitados estuvo Kevin Padian, quien es paleontólogo y curador emérito del Museo de Paleontología en la Universidad de California, él continuó la tarea de estudiar al Quetzalcoatlus. Padian invitó a James Cunningham, quien también es paleontólogo y al artista John Conway para analizar los restos de Quetzalcoatlus northropi y compararlos con otras especies más pequeñas para comprender mejor su alimentación, estilo de vuelo, caminado y forma de lanzamiento.
Quetzalcoatlus northropi es el nombre del ejemplar más grande que se conoce. De este se conservan apenas huesos de las alas, un húmero y un cúbito del antebrazo superior. Se conservan restos de otros que alcanzan la mitad de su tamaño y el nombre que se les da es Quetzalcoatlus lawsoni. De esta especie más pequeña se conservan cerca de 300 fragmentos de distintos huesos.
El equipo de investigadores propuso la forma más cercana posible a la apariencia del Quetzalcoatlus. En esa descripción se considera que se alimentaba y se lanzaba al aire como lo hacen las garzas. La forma en que se elevó por el cielo sería similar a la de los buitres y cóndores. Sin embargo, la forma en que caminaba no tendría un equivalente en los animales voladores que viven actualmente.
La forma que se imaginó para las alas se obtuvo tomando como referencia a aves y murciélagos. La estructura de sus alas sería similar, con una diferencia importante. En el límite del ala contarían con algo similar a un dedo gigante. “Es como tener un palo de ski extendido desde la base de tus dedos en un ángulo de 90 grados hacia el exterior”, describe Padian. Al estar sobre tierra las alas también tocaban el suelo; sin embargo, estas no tenían mucha movilidad ya que podían desplazarse únicamente hacia delante y hacia los lados.
Sus alas se apoyaron en el suelo pero no le permitían un movimiento ágil en cuatro patas como estamos acostumbrados a ver actualmente. La propuesta de los investigadores es que para avanzar sobre tierra movía el ala y la pata del mismo lado y posteriormente pasaba a las del lado opuesto, lo que lo volvía lento. Para imaginarlo Padian explica que primero levantaba el ala izquierda, después movía la pierna izquierda hacia adelante, para terminar apoyaba nuevamente el ala en el suelo y el procedimiento se repetía en el lado derecho.
En la época que vivió Quetzalcoatlus el entorno era muy diferente al desierto texano que conocemos hoy. El hábitat de este pterodáctilo fueron pantanos y campos abiertos. Su forma de alimentarse fue similar a la de las garzas, entre su dieta se encontraban cangrejos, gusanos y almejas, aunque también serían capaces de atrapar peces pequeños, insectos, serpientes y lagartos.
El conocimiento que tenemos sobre los seres que habitaron la Tierra antes de nosotros ha cambiado mucho en las últimas décadas. Quetzalcoatlus fue descubierto hace ya más de cuatro décadas y es apenas que se tiene una descripción amplia sobre la forma en que vivió. Los investigadores decidieron compartir lo que se tiene hasta ahora con los interesados en el tema. Ya ha pasado con otros seres prehistóricos que un nuevo descubrimiento nos obliga a cambiar un detalle, por ejemplo, las plumas que no se habían considerado por mucho tiempo en los dinosaurios. Por ahora nuestra versión del Quetzalcoatlus es un pterodáctilo con alas enormes y unas pequeñas patas que habitó lo que ahora conocemos como Texas.
Fuente: Berkeley News