¿Qué hay detrás del cubrebocas antiCovid? Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
30 agosto, 2021
En el Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desarrollaron un cubrebocas antimicrobiano. Con él se ataca a virus, bacterias e incluso hongos. La clave son un par de minerales que ya han demostrado antes su capacidad biocida.
El nombre de este cubrebocas es SakCu, su nombre proviene de los materiales que lo hacen funcionar. En maya se llama Sak a la plata y la segunda parte del nombre proviene del símbolo químico del otro componente: cobre (Cu). Los minerales se colocan en polipropileno. Ambos forman una capa delgada en el interior del cubrebocas que mata a los virus, incluido el SARS CoV-2, causante del Covid-19.
Desde el inicio de la pandemia en 2020 se reconoció que las superficies de cobre eran las que eliminaban más rápidamente el virus. Este dato se reportó en el The New England Journal of Medicine. A partir de las propiedades que ya se conocen sobre ambos minerales, se desarrolló el cubrebocas. La siguiente parte fue ponerlo a prueba.
El Hospital Juárez de México fue el encargado de probar la capacidad de los cubrebocas SakCu. Se tomaron muestras de pacientes positivos de Covid-19. Sobre las películas de polipropileno con plata y cobre se vertieron gotas para probar su eficacia. En el caso de las muestras con alta concentración viral se encontró que tras 8 horas se eliminaba más del 80% del virus, mientras que ante muestras con carga baja el virus desaparecía después de 2 horas.
La forma en que el cubrebocas ataca al virus es destruyendo su membrana. Una vez que esto ocurre el ARN viral se daña. Con esta fragmentación el virus muere. Ante la pandemia actual esto ya es un logro científico; sin embargo, la capacidad del cubrebocas no termina ahí.
Las pruebas incluyeron otro tipo de amenazas. También se experimentó con la reacción de 5 bacterias de origen hospitalario, se les reconoce con las siglas ESKAPE. Ellas son la causa de infecciones propias de los hospitales. Los resultados mostraron que a partir de 4 horas la mayoría de ellas habían sido eliminadas en su totalidad. En algunos casos los resultados no fueron tan alentadores, como al probarse con el virus del papiloma humano, en el que no funcionó.
Después de comprobar que la capa protectora funcionaba con el enemigo también había que demostrar que no provocara daños a los usuarios. En el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) se realizaron pruebas de citotoxicidad en la capa de polipropileno con plata y cobre. La reacción fue similar a la de los cubrebocas comerciales, no se reconocieron efectos secundarios o riesgos tóxicos. Se probó con un flujo intenso de aire durante 24 horas y no liberó ni plata ni cobre. También se realizaron pruebas con agua en las que se liberaron cantidades mínimas que no representan ningún peligro.
El resultado final es un cubrebocas reutilizable. La capa de polipropileno con plata y cobre se encuentra envuelta en tela de algodón. Se puede lavar hasta 10 veces manteniendo sus propiedades biocidas. Una de las ventajas de este cubrebocas es que incluso si no se desecha correctamente, no representa un riesgo, ya que inactivará a los virus, bacterias y hongos que pudiera alojar.
Actualmente se cuenta con material suficiente para producir 200 cubrebocas SakCu al día. Es una marca registrada por la UNAM y ya se planean nuevas aplicaciones para esta tecnología. Entre ellas está un cubrebocas de uso quirúrgico con las mismas propiedades. También se considera crear sistemas de filtrado de aire para edificios que permitan eliminar al virus para hacer más seguras las actividades que se realizan de forma presencial.
Apenas vemos el primer paso de una tecnología desarrollada por la UNAM y que funciona gracias al conocimiento de dos minerales que México produce en gran volúmen; a nivel mundial nuestro país es el primer productor de plata y el noveno de cobre de acuerdo al Servicio Geológico Mexicano (SGM).