La gran diferencia que hace un grado en la temperatura global Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
26 julio, 2022
La crisis climática se reconoce en diferentes aspectos de la vida cotidiana: sequías e inundaciones extremas, olas de calor, incendios forestales cada vez más agresivos, por mencionar algunos.
Si comparamos el promedio de temperatura en nuestro planeta con la era preindustrial, hace apenas un siglo y medio, este se ha elevado 1.1 grados Celsius.
Una analogía sencilla para imaginar el estado de salud del planeta es nuestro cuerpo, que funciona correctamente entre 36.1 y 37.2 grados Celsius, si se acerca a los 38 grados tenemos fiebre y el malestar puede volverse insoportable.
Aunque no lo parezca, un par de grados en la temperatura hace una diferencia enorme y a escala planetaria se está convirtiendo en un problema grave.
Mucho más allá de una fiebre
Para todo lo que es posible medir, existen distintas escalas; en el caso de la temperatura el Sistema Internacional (SI) tiene el grado Celsius (ºC), conocido comúnmente como centígrado. Su creador, el físico Ander Clesius, tomó como referencia el punto de congelamiento y el punto de ebullición del agua, después lo dividió en 100 fragmentos intermedios. Como toda escala, depende de las necesidades de quien la creó.
Para el final de este siglo la temperatura promedio del planeta se habrá elevado más de 2 grados Celsius respecto a la era preindustrial, de acuerdo a distintos estudios científicos. Como reto de supervivencia climática, diversas instituciones internacionales han propuesto el objetivo de evitar que supere los 1.5 grados; actualmente estamos muy cerca de ese límite.
Aunque parezcan cifras pequeñas, los efectos de este aumento serían insoportables para una parte importante de la biodiversidad del planeta, la reducción en el número de individuos de todas las especies es evidente hacia donde se mire.
Un ejemplo de esta reducción en la biodiversidad es visible desde el espacio, aunque no sabemos por cuánto tiempo. La Gran Barrera de Coral, ubicada en la costa de Australia, es un bioma donde habita una gran cantidad de seres vivos. Su extensión es comparable con el territorio que abarca Alemania.
“Mi carrera consiste en pasar de un período en el que era maravilloso y abundante a este momento, mirando hacia abajo”, narra Ove Hoegh-Guldberg quien es biólogo en la Universidad de Queensland. “Estamos ante el cañón de algo realmente horrible”. La Gran Barrera de Coral es uno, de entre muchos ejemplos, sobre lo que ocurre con apenas un grado Celsius extra.
Buena parte del exceso de calor en el planeta es absorbido por los océanos. Desde la década de los 80 del siglo pasado se han duplicado las olas de calor en la Gran Barrera de Coral; los últimos 5 años han sido particularmente duros. Con una temperatura mayor los corales expulsan a las algas microscópicas que viven en ellos. De esta forma pierden su fuente de alimento. Actualmente, el Gran Arrecife de Coral luce un color blanco muy alejado de su colorido tradicional.
“Cerca del 50% de los corales de aguas poco profundas fueron asesinados literalmente durante un par de meses, en algunos casos durante un par de semanas”, explica Hoegh-Guldberg. “Si se extiende eso hacia el futuro, llegaremos a un punto donde el daño venza la capacidad de los corales para recuperarse”, sentencia el especialista.
Las proyecciones a futuro son poco alentadoras. Con una temperatura 1.5 grados Celsius mayor a la era preindustrial se perderían entre 70% y 90% de los arrecifes de coral. En caso de llegar a 2 grados sobre el promedio de la era preindustrial enfrentaríamos un 99% de los arrecifes de coral perdidos.
Los acuerdos internacionales para controlar la elevación del clima son cada vez más exigentes; sin embargo, los resultados no han sido consistentes con los objetivos propuestos. El acuerdo de París estableció el límite soportable en el aumento de temperatura en 2 grados Celsius sobre la era preindustrial y el objetivo es no superar 1.5 grados. Para conseguirlo se requiere reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para 2030 a la mitad de las de 2010. Para 2050 habría que alcanzar las emisiones cero de CO2.
Las consecuencias de un incremento en la temperatura, aunque sea numéricamente pequeño, son eventos climáticos cada vez más extremos.
Tan solo el año pasado, las lluvias torrenciales provocaron inundaciones que llevaron a la muerte de cientos de personas en China y Europa del Este. Las altas temperaturas provocaron la muerte a otros cientos al noroeste del Pacífico. Groenlandia vivió eventos de derretimiento a gran escala. El Mediterráneo sufrió incendios forestales e incluso Siberia, que ganó fama por ser una tumba de hielo durante el siglo XX, se ha visto acosada por incendios forestales en los veranos de los últimos años.
“Nunca hemos tenido tal calentamiento global en solo unas pocas décadas”, comenta la científica climática Daniela Jacob del Centro de Servicio Climático de Alemania. “Medio grado significa mucho más clima extremo, y puede ser más a menudo, más intenso o extendido en duración”, señala la experta.
Derretimiento de glaciares, lluvias más intensas, inundaciones severas, sequías más agudas, olas de calor, son efectos del cambio climático que ya vivimos actualmente, y apenas se ha incrementado 1.1 grados Celsius respecto a la era preindustrial, la tendencia es que vaya más allá.
¿No es un ciclo normal de la Tierra?
Entre los argumentos negacionistas más comunes está que existen ciclos climáticos naturales. Si bien es cierto, que la Tierra no ha mantenido la misma temperatura siempre, los cambios naturales se dan a partir de procesos largos en periodos extensos. Nunca antes en la historia de nuestro planeta se habían dado cambios tan rápidos; al menos eso muestra la evidencia científica.
Por ejemplo, en el periodo Jurásico la temperatura promedio del planeta era 15 grados más alta que la actual, de acuerdo con la investigadora Corina Solís Rosales, del Instituto de Física de la UNAM. Sobra mencionar que las formas de vida que habitaron el planeta eran muy distintas a las que conocemos ahora. Incluso los dinosaurios fueron incapaces de sobrevivir a cambios en el clima, provocados por alteraciones en la atmósfera tras el impacto de un meteorito. No podemos esperar un futuro diferente si permitimos que el clima siga cambiando a paso acelerado.