Los otros inmigrantes: la ciencia que nace en México pero que emigra a Estados Unidos Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
28 mayo, 2019
Si hablamos de la migración mexicana hacia Estados Unidos, no solo debemos referirnos a aquellos que lo hacen de manera ilegal, sino que también están aquellos ciudadanos altamente calificados, científicos e investigadores que al no encontrar condiciones propicias para su desenvolvimiento académico y profesional lo han buscado en el extranjero, encontrando oportunidades positivas y migrando de manera legal.
El número de mexicanos con estudios universitarios que radica en Estados Unidos aumentó de 300,000 en el año 2000 a 531,000 en el 2010 1. Esto es sumamente preocupante ya que en México los niveles de escolaridad son bajos (9.1 años en promedio para el 2015) y menos del 20% de la población alcanza un nivel de estudios superior. Según encuestas del INEGI solo 21 de 100 alumnos, de entre 12 y 29 años de edad, que desean terminar sus estudios, lo concluyen. Una investigación reciente muestra que en México solo 30,000 ciudadanos tienen un doctorado, de los cuales 11,000 ejercen en Estados Unidos.
Estamos frente a una fuga impresionante de cerebros que salen del país para radicar en Estados Unidos. Pero lo más impresionante tendría que ser que la mayoría de estos egresados fueron educados en instituciones mexicanas, y muchos de ellos gracias a becas del Gobierno. Por lo tanto, sin duda el mayor beneficiado es nuestro país vecino, al obtener una afluencia de científicos e investigadores de manera gratuita.
Muchos mexicanos contribuyen actualmente al desarrollo estadounidense, dejando una pequeña parte al desarrollo industrial, económico y hasta educativo de aquél país. No obstante sus conocimientos fueron originados a partir de problemas y circunstancias mexicanas. Por ejemplo, el biólogo Jorge Soberón, cuya experiencia fue adquirida cuando desempeñaba el cargo de secretario ejecutivo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad en México. Aún así, señala que su productividad actual es mejor aceptada en la Universidad de Kansas, donde trabaja hoy en día.
Otros ejemplos son el de Ignacio Chapela, de la Universidad de Berkeley, en California, quien escribió un controversial artículo sobre el flujo de transgénicos del maíz genéticamente modificado al maíz silvestre, ya que estaba familiarizado con los cultivos del estado de Oaxaca, donde inició esta contaminación. El profesor de la Universidad de Standford, Rodolfo Dirzo, que actualmente trabaja en Tanzania y Kenia en un estudio sobre el impacto de la conducta humana en algunos animales salvajes y sus efectos secundarios en la salud humana; este estudio se originó principalmente en las selvas del sur de México.
Muchas son las razones por las cuales los generadores de conocimiento emigran de su país siendo una de estas, y yo creo que la más importante, que en México no son tan valorados como lo son en otros países. Ni siquiera Mario Molina, ganador del premio Nobel de Química en 1995 por su trabajo que revela la amenaza planteada por los clorofluorocarbonos a la capa de ozono de la Tierra, tuvo tanto reconocimiento en México como lo obtuvo en Estados Unidos, donde actualmente se desempeña como investigador de la Universidad de California en San Diego y quien desde el 2011 fue uno de los 21 científicos que formaron parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del Presidente Barack Obama.
El atractivo de Estados Unidos para los estudiosos es bastante grande en comparación con las ofertas que ofrece un país como México. Estamos hablando de que en aquél país las universidades y las industrias privadas están dispuestas a apoyar el tránsito de extranjeros calificados, muchas veces por la disponibilidad de recibir salarios más bajos, pero no menores de los que recibirían en su propio país. Aún así el gobierno mexicano continúa propiciando acciones que parecieran en pro de alejar a esta elite intelectual. El año pasado, por ejemplo, el gobierno mexicano invirtió el 0.39 % del PIB en el campo de investigación y desarrollo, cuando Estados Unidos invirtió el 2.85%. Inclusive en países menos desarrollados como Brasil o Argentina, el porcentaje es mayor que en México ( 1.25% y 0.61% respectivamente).
Otra causa de la fuga intelectual es la constante burocracia que existe en México, tanto en el gobierno como en el sector privado. “Hablando por lo menos de ciencia experimental, uno esta sujeto a la burocracia, ya que uno tiene que esperar mucho, pero mucho tiempo para ocupar un lugar en la organización”, señaló el biólogo Soberón.
El trafico, el caos y la inseguridad de nuestro país son causas que no se pueden evadir cuando de migración se trata. Héctor Valdés, un economista que labora en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, apuntó estos temas como causa principal de su traslado. En México la tasa de criminalidad en los últimos años se ha disparado. En el tema de secuestros estamos hablando de pasar de 600 en el 2006 a 1,300 para el 2011, y los homicidios se llegaron a duplicar en el mismo periodo con más de 27,000. Estas cifras son un factor que también afecta para que estudiantes de otros países lleguen a nuestro país. Y si tomamos en cuenta que el gobierno mexicano tiene mayores beneficios para profesionales extranjeros que para mexicanos, entonces nos encontramos en un verdadero estancamiento de la productividad del país.
Una de las soluciones que el gobierno mexicano ha implantado para detener la fuga de cerebros son instancias como CONACyT, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, sin embargo sus esfuerzos no han sido suficientes. Como mencionamos anteriormente las becas otorgadas por este tipo de instituciones muchas veces se utilizan solo hasta llegar al lugar deseado en el extranjero, olvidando la promesa de utilizar los conocimientos para el desarrollo del país. No obstante esto sucede, muchas veces porque no existen campos de trabajo para muchos de los investigadores y científicos, por ejemplo, Ana Mylena Aguilar, egresada de Harvard, especialista en economía de la salud y de la población asegura que en México no hay trabajo en su campo y nadie esta dispuesto a apostar por las investigaciones que realiza.
A pesar de todo, algunos de los migrantes mexicanos han optado por la llamada “circulación de cerebros”. Esto es para que personas que se desarrollan en el extranjero a través de empresas comunes puedan participar en la investigación más allá de las fronteras. Gracias a estos programas profesores como Dirzo pueden compartir su conocimiento con estudiantes mexicanos.
Otra de las acciones por parte del gobierno para retener o regresar a sus profesionales es el programa “Red de Talentos”. Consta de que por medio de consulados alrededor de varias partes del mundo, principalmente en Estados Unidos, se retengan a uno o dos talentosos mexicanos para establecer comunicaciones y relaciones transfronterizas. Este programa ha tenido éxito en las relaciones establecidas, sin embargo no en los resultados específicos, pues no se logra atraer los talentos para que regresen a casa. Generalmente porque no existen las oportunidades que ofrece el extranjero, como mejor salario, instalaciones correctas de investigación y sobre todo mejor calidad de vida para los ciudadanos.
Estamos hablando de un problema que afecta a todos por como lo veamos. Estamos hablando de que en México existen las instituciones educativas adecuadas para competir con egresados de todo el mundo; el problema es que al ser privadas no son para todos. Muchos de los jóvenes mexicanos desean acabar una carrera universitaria pero sus sueños se ven frustrados por la falta de apoyo económico. Y los que logran esta meta se ven obligados a migrar por la escasez de recursos en su campo de investigación.
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Fuentes:
Alarcón, Rafael. 2016 “Los mexicanos con estudios universitarios y el debate sobre el sistema de admisión de inmigrantes calificados en Estados Unidos”, Norteamérica, vol. 11, no. 1, enero-junio. [link]
Velasco, Jesús. The Other Inmigrants: Why Mexico´s Brightest get lured to the U.S.
Sobre la autora:
Alejandra es Historiadora del Arte
y amante de la cultura y la naturaleza.
Vive y trabaja en la Ciudad de México
pero su corazón está en Chiapas.