Menos actividad solar no incluye disminución de la temperatura en la Tierra Copiar al portapapeles
POR: Alejandra Almed
22 mayo, 2020
Desde hace unos días ronda la noticia de una inminente reducción de actividad solar, sin embargo no todo es como lo pintan los medios. Las manchas solares son cada vez menos y la tendencia es que lleguen a cero, aún no sabemos si ya estamos ante el mínimo de actividad o se reducirá aún más. Algunos medios han interpretado esto como el presagio de una “mini edad de hielo”, misma que ya ha sido descartada por distintas autoridades competentes. La disminución de actividad solar si tendrá efectos pero no es momento de preparar los abrigos.
Pronósticos, mitos y realidades
En las últimas semanas se han difundido distintas teorías sobre lo que ocurrirá ante una disminución en el actividad solar. Entre las predicciones más extremistas aparece una disminución drástica del clima, terremotos o erupciones volcánicas. Estas propuestas catastróficas carecen de fundamento científico.
El Sol vive un mínimo normal en su ciclo de 11 años. En ese periodo hay picos altos y bajos, como el que estamos viviendo. Su comportamiento es predecible. La observación solar comenzó apenas en el siglo XVIII, y desde entonces se han registrado 24 ciclos solares. Ahora comienza el número 25.
Entre los efectos de este inicio de ciclo está la disminución en las manchas solares y un campo magnético más débil. Ninguno de estos se relaciona directamente con catástrofes naturales en la Tierra. Respecto a la disminución de temperatura se ha comparado en distintos medios esta disminución de actividad solar con la “pequeña edad de hielo” que ocurrió durante los siglos XVII y XVIII.
Entre 1650 y 1715 el hemisferio norte vivió un periodo de temperaturas bajas conocido como la “pequeña edad de hielo”. Para que esto ocurriera se combinaron un par de causas: por una parte la actividad volcánica produjo ceniza que cubrió una parte importante del hemisferio norte; y por otro lado hubo una baja actividad solar. Otras formas de medir esta irregularidad son los mínimos de Maunder (de 1645 a 1715) o de Dalton (de 1790 a 1830).
Ocasionalmente, la actividad solar baja más de lo normal. En estos casos hay menos picos altos. Este fenómeno se conoce como “gran mínimo solar”. La última vez que ocurrió uno coincidió con la “pequeña edad de hielo”, todo eso en condiciones muy diferentes a las que vivimos ahora.
Algunos científicos han interpretado la baja actividad solar de este inicio de ciclo como el inicio de un “gran mínimo solar”. Aún es pronto para confirmarlo, pero aunque así fuera, nuestro planeta ya vive un proceso de calentamiento acelerado. Incluso si la actividad solar bajara por décadas, el calentamiento global seguirá elevando las temperaturas.
Incluso un “gran mínimo solar” prolongado apenas sería perceptible. En una entrada reciente del blog climático de la NASA, “Global Climate Change”, se compara el efecto de un “gran mínimo solar” con apenas 3 años de concentración de carbono al ritmo actual. Las emisiones de gases de efecto invernadero tienen un impacto 6 veces mayor que el que podría tener la baja actividad del Sol.
Incluso si hubiera un “gran mínimo solar” de un siglo, la temperatura de la Tierra seguirá en aumento. La emisión de gases de efecto invernadero garantiza un aumento progresivo de la temperatura. Los modelos basados en análisis de periodos que pronostican baja en las temperaturas son descartados por la comunidad académica, así lo menciona un comunicado de la UNAM, incluso se les tacha de carecer de fundamento físico. Así que no, no es momento de preparar los abrigos.