Reconstruyen al tetrápodo más antiguo de la historia Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
30 octubre, 2019
La historia de la vida en nuestro planeta tiene muchos saltos y huecos que aún falta comprender. La superficie seca fue un terreno donde los animales tardaron en llegar. Los tetrápodos, animales con cuatro patas, fueron los primeros en caminar sobre tierra firme. Los registros fósiles que tenemos de ellos son pocos y un artículo recientemente publicado por la revista Nature describe al más antiguo del que se conserva una parte importante de su cuerpo.
Distintos caminos para lograr una pisada
Los primeros tetrápodos en salir del agua vivieron durante el periodo Devónico. Nuestro conocimiento de estos animales es relativamente pequeño. Los mejor conservados pertenecen a finales de este periodo. Alrededor de ellos queda mucho por conocer. Mientras las huellas más antiguas tienen una edad aproximada de 390 millones de años, los restos fósiles en buenas condiciones solían tener apenas 360 millones de años. En todo ese tiempo los cambios posibles son inimaginables.
Parmastega aelidae es el nombre del nuevo tetrápodo más antiguo conocido. Fue encontrado en la formación Sosnogorsk, en Rusia. En lo que alguna vez fue un lago ahora corre el río Izhma, cerca de la ciudad de Ujtá. Ahí se encontraron, dentro de roca caliza, los restos de lo que alguna vez fue un tetrápodo que pasó la mayor parte de su vida en el agua pero se acercó a la superficie.
Vivió hace 372 millones de años. Es mucho más antiguo que las especies de tetrápodos conocidos hasta ahora. “Por varias décadas, nuestra idea de cómo se veían se ha basado únicamente en unos cuantos géneros, principalmente Ichthyostega y Acanthostega”, comenta el Dr. Per Erik Ahlberg, de la Universidad de Uppsala, director del estudio publicado por Nature.
Para fortuna de los investigadores se conserva una parte importante de su cuerpo. “De la mayoría de los tetrápodos devonianos conocemos únicamente algunos restos de mandíbulas o huesos de miembros: suficiente para mostrarnos que existieron, pero realmente no lo suficiente para para decirnos algo útil”, agregó Ahlberg. En el caso de Parmastega aelidae se conservan restos suficientes para reconstruir su cabeza y la cintura escapular.
No sólo se trata de una especie antigua, además su grado de conservación ayuda a comprender mejor cómo era su cuerpo. Las huellas más antiguas que se conservan son anteriores a esta nueva especie, pero nos ayudan a comprender el proceso de adaptación de los seres vivos hasta llegar a la tierra. Gracias a los fósiles podemos imaginar a este antiguo tetrápodo.
Un cazador que se acercó a la tierra
La reconstrucción de Parmastega aelidae nos lleva a imaginar a un ser muy distinto a lo esperado. Su fisionomía recuerda a distintas especies que aún existen hoy. Podríamos resumirlo en una combinación de pez con cocodrilo que se acercaba a las orillas del lago en que habitaba.
Su cabeza recuerda a la de los caimanes. Esto indica que solía estar cerca de la superficie, con los ojos mirando hacia afuera, en una forma similar a los cocodrilos. También mantiene similitudes con los peces, lo que hace pensar que su cuerpo estaba adaptado principalmente a la vida marina. Además contaba con colmillos finos en forma de aguja, lo que hace pensar que era un cazador.
Lo que se cree sobre su estilo de vida es que se acercaba a la orilla del lago en busca de presas. Difícilmente pisó la tierra como lo harían sus sucesores evolutivos. Se reconocen huellas de una línea lateral, similar a la de algunos peces que les ayuda a percibir vibraciones en el agua; de esta forma sabría cuando se acercaba una presa.
Parecería innecesario acercarse a la orilla para cazar pero para entonces la tierra ya contaba con seres vivos. Aunque los tetrápodos no hubieran alcanzado todavía la superficie seca, otras especies como milpiés o escorpiones marinos ya la habitaban. Entonces tendríamos a un cazador que se acercaba a los bordes acuáticos para atrapar presas y regresaba a su entorno seguro posteriormente. Algunos millones de años después vinieron otros tetrápodos que se arriesgarían a caminar sobre la Tierra.