¿Cómo funcionan las vacunas? Copiar al portapapeles
POR: Luis Moctezuma
26 enero, 2024
El mundo ha cambiado mucho desde 1796 cuando el Doctor Edward Jenner comenzó a experimentar para obtener la vacuna de la viruela. Los procesos de vacunación se han vuelto más eficientes pero la idea básica detrás de las vacunas se mantiene.
Para el siglo XXI muchas enfermedades que en el pasado cobraron miles de vidas se consideran erradicadas o casi erradicadas. Actualmente la población humana sigue enfrentándose a nuevas enfermedades y las vacunas son un aliado para protegerse de ellas.
Las vacunas y su función en el organismo humano
En el medio ambiente existen organismos capaces de provocarnos enfermedades. Si no se cuenta con las defensas adecuadas esto puede llevar incluso a la muerte.
Los organismos que causan enfermedades se conocen como “patógenos”. Existen barreras naturales de nuestro cuerpo para detenerlos, entre ellos está la piel, las mucosas y los cilios (unos órganos microscópicos con forma de hilo que expulsan residuos de los pulmones).
Si el patógeno logra superar esas barreras e ingresa al cuerpo entra en acción el sistema inmunitario. Las defensas de nuestro cuerpo se activan y atacan a los patógenos; sin embargo, esto ocurre únicamente si se le conocía previamente.
Ahí es donde las vacunas se vuelven importantes. Una vacuna informa al cuerpo que existe una posible amenaza y ofrece la información necesaria para combatirla en caso de que se presente.
Los patógenos pueden ser bacterias, virus parásitos u hongos. Cada uno tiene características exclusivas, entre ellas están los antígenos que provocan la formación de anticuerpos en nuestro organismo.
Los anticuerpos se especializan en el combate a un tipo de antígeno. En nuestro cuerpo hay miles de anticuerpos diferentes, listos para protegernos de diferentes patógenos y las enfermedades que provocan.
Cuando el organismo se enfrenta por primera vez a un patógeno y sus antígenos, tarda en prepararse para combatirlo. Mientras crea anticuerpos somos vulnerables a la enfermedad. Como están especializados no protegen contra enfermedades para las que no fueron creados, salvo casos muy particulares en que los patógenos son muy parecidos.
Junto con los anticuerpos se forman células de memoria generadoras. En caso de que el patógeno aparezca nuevamente, estas células de memoria formarían antígenos para enfrentar al patógeno inmediatamente y frenar la enfermedad.
Las vacunas tradicionales contienen una versión atenuada de un antígeno. Cuando ingresa al cuerpo el sistema inmunitario aprende a enfrentarlo sin que sea una amenaza real. Las vacunas recientes no incluyen necesariamente al antígeno pero sí las instrucciones para combatirlo.
Mientras el organismo se prepara para combatir al antígeno o para seguir las instrucciones que recibió en la vacuna, el cuerpo reacciona como si realmente estuviera enfrentando al patógeno por primera vez.
Algunas vacunas requieren varias aplicaciones. Esto con el fin de crear las células de memoria suficientes para que la información permanezca por mucho tiempo en el organismo.
Algunas personas no pueden recibir vacunas porque sus sistemas inmunitarios están debilitados. En estos casos ayuda que vivan en una comunidad donde la mayoría de las personas sí están vacunadas. Mientras mayor sea la proporción de individuos vacunados, más difícil será que aparezca el patógeno y comience a circular.
Logros de las campañas de vacunación
Gracias a que durante el siglo pasado se realizaron grandes campañas de vacunación, muchas enfermedades quedaron sin la posibilidad de seguir infectando a poblaciones humanas. Aunque no se vacune el 100 % de la población, que la mayoría sí lo haga permite que el riesgo de adquirir la enfermedad sea mínimo.
Son muchas las enfermedades que actualmente no representan un riesgo gracias a las vacunas. Entre ellas están difteria, tétanos, tosferina, poliomielitis, sarampión, rubeola, parotiditis, varicela y papiloma humano.
En las últimas décadas han aparecido amenazas contra la inmunidad colectiva hacia estas y otras enfermedades. Aunque se trata de enfermedades que se consideraban erradicadas, han aparecido casos de enfermedades como el sarampión en años recientes en países como México.
Los movimientos antivacunas han reducido el porcentaje de personas vacunadas, lo que aumenta el riesgo de que los patógenos ataquen a los individuos no vacunados. Al mismo tiempo, la movilidad a nivel mundial ha reducido los niveles de control sobre las vacunas y permite que un individuo infectado contagie a diversas poblaciones.
Conocer el funcionamiento de las vacunas es importante para prevenir la propagación de enfermedades. Durante más de dos siglos las vacunas han ayudado a mejorar la expectativa de vida de las personas y con la información adecuada lo harán por muchos más.